La vaca nuestra de cada día
Una reseña a la película 'Un cuento chino', dirigida por SEbastián Borensztein y protagonizada por Ricardo Darín.
Contadas son las ocasiones que tenemos una cartelera interesante en nuestras salas cinematográficas. Por un lado tenemos al documental nominado al Oscar 2012, Pina (Win Wenders); por el otro la docuficción nacional Insurgentes de Jorge Sanjinés. Junto a estas dos producciones se exhibe una tercera película que data de inicios del año pasado. Hablo de la cinta argentina ganadora de Mejor Película Hispanoamericana en los Goya 2012. Se trata de Un cuento chino, dirigida por Sebastián Borensztein y protagonizada por el actor Ricardo Darín (El hijo de la novia, Nueve reinas, El secreto de sus ojos).
La película es una gran y entrañable comedia, con toques de drama, romance y fantasía. Elementos que se conjugan brillantemente en una puesta en escena sencilla que sabe mantener entretenido e interesado al espectador, además de brindar otro monólogo actoral por parte de Darín, que representa a otro arquetipo del argentino, generando mucha empatía. Si bien la película se la puede encontrar en DVD, estamos ante una gran producción que vale la pena ver en el cine gastando unos cuantos pesos más. Les aseguro un muy grato momento.
Un cuento chino es la historia de Roberto (Darín), un hombre marcado por un duro revés que detuvo su vida hace más de dos décadas. Desde entonces vive solitario, atrincherado en su mundo. La película narra el encuentro entre este hombre y un chino llamado Jun (Huang Sheng Huang) que deambula perdido por la ciudad de Buenos Aires en busca de su tío, el único familiar que tiene vivo. Roberto se topa con Jun en el momento en que este último es arrojado a la calle desde el interior de un taxi, tras haber sido asaltado por el chófer y sus secuaces. A partir de entonces comienza una forzada y extraña convivencia entre ambos, pues Roberto no habla chino y Jun ni una palabra de español.
El realizador argentino con su tercer largometraje nos regala una fábula, ligada a un suceso inverosímil, pero que a la vez es real como todo lo ilógico de la vida. Lo irracional no sale de la línea argumental, en la que Borensztein hilvana cuidadosamente cada suceso, demostrándonos que a veces la ficción, o aquello que creemos irreal, es más palpable que la realidad. La historia de la cinta es una historia contemporánea y “real” de este mundo diverso que a veces no terminamos de entender. En las fábulas, personajes de una misma especie, como una liebre, una tortuga, un león o un asno, se podían entender mejor. Comprenderse entre dos hombres, un argentino y un chino, se torna algo utópico. El sinsentido nos presenta a un Roberto y nostálgico, y Jun tierno y perdido.
Trágica e histriónica
Un cuento chino es una historia que habla de la necesidad de afecto o de la imposibilidad de prescindir del mismo, un relato que habla del amor sin melodramas. Los dos protagonistas se confrontan e interpelan física y emocionalmente de forma fluida y veloz, con ritmo y tino narrativo en un entorno irreverente y abiertamente cómico, pero sobre todo humano, que va de la mano de la banda sonora y la fotografía.
La película, pese a articularse desde lo trágico, es histriónica. Esto gracias a la actuación de Darín, que construye a su personaje casi como un antihéroe, dotándole de un temperamento típico de seres muy entrañables. Roberto es hosco, apático, poco querible y sin un rasgo de identificación (en algunos casos), lo que genera mucha simpatía por parte del espectador, que termina riéndose de la tragedia que le rodea y la molestia que genera experimentar cómo una persona puede cambiar una vida invadiendo la rutina.
La historia cuenta con un personaje femenino, Mari, interpretada por la actriz Muriel Santa Ana, que funciona como la tercera esquina del triángulo. La actuación de la intérprete añade la subtrama del romance, pero solo como un contrapunto entre Roberto y Jun, añadiéndole mayor sazón a la historia y elevando aún más la interpretación de Darín ante este otro “conflicto” que se genera para su personaje. Lo bueno, en este caso, del eje temático de la historia de amor, es que es tocado con pinzas y no desvía innecesariamente la historia absurda (y a la vez creíble) de los dos hombres. Al contrario, esta subtrama aporta al humor con muchas situaciones fantásticas.
Un cuento chino es una película en la que el absurdo es parte de lo cotidiano. Un estupendo Darín encarna a un hombre esquemático, hosco y de buen corazón que se encuentra con el personaje de Sheng Huang (resultado de un casting de residentes chinos en Buenos Aires) que es perfecto para el papel, pues despierta una gran ternura y transmite mucho desamparo sin necesidad de que le entendamos una sola palabra. Es un filme que desnuda casi inconscientemente la frustración del amor hacia un viejo romance que puede revivir gracias al absurdo del otro. Es como un empezar a vivir de nuevo para ambos sujetos desde lo ilógico del destino y del miedo, donde ambos buscarán una especie de segunda oportunidad para la redención.
El filme de Borensztein es una comedia profunda, emotiva, con altas dosis de humor negro. La cinta demuestra que dos hombres muy diferentes, provenientes de culturas diversas, pueden resultar siendo almas gemelas. Póngale atención a las vacas que, como el pan nuestro de cada día, tienen gran importancia en nuestras vidas, tanto de forma metafórica como existencial.
Periodista – Twitter: @DabolAR
Aficionado al cine, a las series, al fútbol, la literatura y la gastronomía. El resto del tiempo lo dedica al periodismo.