Sangre sobre la nieve
Una reseña de ‘Anatomía de una caída’ (Justine Triet), nominada a cinco premios Oscar (incluyendo mejor película), que se exhibe en cines bolivianos. En Cochabamba puede verse en salas del Prime Cinemas y el Sky-Box
Anatomía de una caída (Anatomie d’une chute) ganó el año pasado la Palma de Oro en Cannes (y tiene cinco nominaciones a los Oscar: mejor película, mejor dirección, mejor actriz principal, mejor guion y mejor montaje). Está dirigida por la (brillante) cineasta francesa Justine Triet (que abierta y asiduamente critica al gobierno derechista de Macron por sus políticas contra la excepción cultural y al neo-liberalismo). Ella es la tercera mujer que logra (en 76 años) la Palma en la historia de uno de los tres festivales más importantes de cine del mundo (tras Jane Campion por The piano y Julia Ducournau por Titane). Nota mental: ¿el cine más atrevido/desafiante lo están haciendo hoy en día las mujeres? Disculpas por la retórica.
Anatomía de una caída parece un drama/thriller judicial, pero no lo es (pues poco o nada importa el desenlace final a pesar de la tensión latente y el último golpe de efecto). Parece una “peli” de misterio sobre un hombre que cae desde una ventana sobre la nieve, pero no lo es. Parece una obra sobre la intimidad robada/expuesta (en grabaciones clandestinas con fines literarios), pero no lo es.
Anatomía de una caída es una película sobre la vida en pareja y la insatisfacción, sobre los celos (intelectuales/sexuales) y las infidelidades (bis), sobre las aparentes felicidades. Sobre esas familias perfectas que no existen, sobre esa institución tradicional en crisis llamada matrimonio. Sobre el suicidio (¿Por qué no hablamos de los suicidios especialmente de los jóvenes?). Sobre la verdad (y la mentira). Sobre quien está a cargo del relato y sobre el lenguaje (la “peli” está hablada en francés e inglés y este asunto no es baladí). Sobre el machismo y la justicia patriarcal (la mujer acusada es cuestionada por su sexualidad, por su humor, por el idioma que escoge para hablar, por todo, por nada). Sobre el supuesto papel de víctima del hombre, juego perverso del patriarcado. Es una película sobre heridas, sobre personas heridas (ella, él, un chico y un enamorado).
Anatomía de una caída es un ensayo/autopsia sobre la tristeza, el odio y la envidia. Sobre la culpa y la desconfianza. Sobre los restos del amor. La protagonista es una anti-heroína, la actriz alemana Sandra Hüller que da una lección de interpretación actoral (menos es más, otra vez). Los secundarios son un perro (un “Border Collie”, llamado Snoop en la “peli” y Messi en la vida real con una última escena que se queda clavada/congelada en la retina); un abogado (la subtrama amorosa con la escritora no explotará nunca); y un niño ciego Daniel (genialmente interpretado por el francés Milo Machado Graner).
Anatomía de una caída es una vuelta de tuerca a esa película que también disfrutamos hace unos años en los cines Historia de un matrimonio (Marriage Story) de Noah Baumbach, con Scarlett Johansson y Adam Driver. Y también es un guiño a esa joya del cine clásico, Secretos de un matrimonio del maestro (sueco) Ingmar Bergman con la gran (noruega) Liv Ullman. Anatomía de una caída es una película tan rica en detalles (y con un guion tan hermoso armado como una pieza de orfebrería) que se puede ver una y mil veces. Con el tiempo será un clásico de culto.
Post-scriptum: escuchar la canción (por cierto, misógina) de 50 Cent (“P.I.M.P.”, en su versión instrumental) siempre me recordará a partir de ahora a esta gran película francesa y a un cadáver sobre la nieve con tres gotas de sangre.