Reseña: Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, de Magela Baudoin
Comentario sobre el más reciente libro de cuentos de la escritora boliviana, a la venta en la Feria Internacional del Libro de Cochabamba que se realiza hasta este domingo 17 de octubre en el campo ferial. La obra está disponible en el stand de Plural Editores.
“Tal vez, eso sea un cuento”, dice Magela Baudoin en la nota final que cierra el libro de cuentos Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, “la memoria de un corte, que nos anima a recordar el dolor de lo no vivido.” “[E]n todos estos textos hay un hurto, un navajazo, con el que la realidad concreta queda abierta, sangrante y expandida hacia su interior”.
El primer cuento, Solo vuelo en tu caída, dialoga con un poema de Julio Barriga, Dios mío ayúdame a que el asco… “…Que no haya más que vuelo en la caída / aprenderse la música del viento / acercarse al abismo…”*
De alguna manera todos los personajes del libro intentan transformar en vuelo sus caídas. Enfrentan la fatalidad y se narran a sí mismos buscando redención. “¿Era posible enderezar las curvaturas del destino? ¿La maldita predestinación de la tragedia?”, se preguntan dos hermanos al recordar la visita a una yatiri y la evidencia de las nueces negras que anunciaban lo peor. ¿Son piezas que el juego perverso de la memoria hace encajar a la fuerza o se trata de presagios que no supieron o no pudieron ver? Y de haberlos visto, ¿qué hacer?
“La muerte nos acompaña a todos, de la mañana a la noche, insomne y sorda como un viejo remordimiento”, dice el joven del cuento Delirio en rosa y da voz a todos los personajes de este libro.
Susan Sontag dice en sus ensayos Sobre la fotografía que “una fotografía nos permite la posesión subrogada de una persona o cosa querida.”** Piedad Bonet, en Lo que no tiene nombre, donde narra el suicidio de su hijo, dice que la fotografía recupera a la vez que mata, que se traga a la larga al ser vivo y que habrá un día en el que nadie ya sobre la tierra recuerde a su hijo a través de una imagen móvil, cambiante***. El padre de Solo vuelo en tu caída, el cuento más largo, una nouvelle coral, se aferra a las fotografías en una ilusión de traer a su hijo a la vida. “La figura no es borrosa y sin embargo, se siente – no se ve, se siente – su desplazamiento. El cuerpo en transición, como si estuviera cambiando el peso de una pierna a la otra y, en medio de ese movimiento, se hubiera dado el clic del obturador.”, escribe Baudoin. La fotografía como punto de partida para la memoria, como intento vano de asir la vida.
La fotografía también está presente en el cuento que da nombre al libro y lleva el título del poema de Cesare Pavese. Narra el destino final de una mujer que viaja por el mundo a la caza de las verdaderas fotografías del horror en una travesía de guerra y violencia y termina en los confines de Tailandia con el espíritu quebrado cuidando de una elefanta, que se encuentra en igual estado, víctima del phajaan, una ceremonia brutal.
Es muy pobre la memoria que solo funciona hacia atrás, señala Lewis Carrol en uno de los epígrafes que abren el libro. La memoria se construye en la exageración, en la reelaboración de experiencias pasadas o futuras, vividas o no vividas. La memoria es imaginación. “¿Se puede contar algo que no se ha vivido o de lo que no se habló nunca y está lleno de silencio? Necesitaba echar a la memoria para adelante y contar eso de lo que no se hablaba”, fue la pregunta disparadora según cuenta la autora. El libro constituye una especie de memoria colectiva del dolor encarnada en las voces de los personajes de los diez cuentos que lo componen, que fluyen a borbotones para narrarse e intentar una y otra vez desentrañar lo más profundo de su esencia.
Autora: Virginia Gallardo
* https://www.bolivianet.com/poetas/barriga2.html
** Susan Sontag, Sobre la Fotografía, Editorial Alfaguara, ed. 2006, p. 219.
*** Piedad Bonet, Lo que no tiene nombre, Editorial Alfaguara, pos. 304.