Contra la hipocresía cotidiana
Cuenta el mito que tras hacer Seinfeld durante toda una década, lo único que cambió en Larry David (Brooklyn, 1947) fueron los dígitos de su cuenta bancaria. Convertido en millonario, lo que se mantuvo intacto fue su personalidad: siguió siendo un calvo neurótico y miserable, incapaz de tolerar las pequeñas concesiones culturales de nuestro tiempo.