Dos periodiquitos bolivianos de Alasitas
Una rememoración de las publicaciones Ulupiquita, de 1992, y El Quevedito, de 1980, de cuyos responsables no hay certeza, aunque se sospecha que detrás de uno de ellos estuvo Jaime Saenz
El día 24 de enero de todos los años se instala en las calles de Bolivia una actividad cultural tradicional y única en el mundo, la Feria de Alasitas, en honor al dios aymara Ekeko. Es en la ciudad de La Paz donde empieza esta exhibición de miniaturas “que se celebra desde tiempos coloniales en la esperanza de que los pequeños objetos se conviertan en realidad lo más pronto posible” (Ulupiquita). Parte de la muestra son unos impresos de formato reducido o periodiquitos que salen en los puestos de periódicos y que recomponen, desde sus páginas, una suerte del imaginario de la identidad nacional, con la imagen y la palabra escrita, bajo el soporte de la caricatura y el humor. Pero, además, reivindican una capacidad de registro de memoria visual de lo nuestro por doble partida o con una doble memoria: desdibujan el retrato del presente y replantean acuñar una nueva perspectiva en el futuro.
En esta línea, describiré, inicialmente, el formato de prensa de los periodiquitos Ulupiquita, de 1992, y El Quevedito, de 1980. El primero está impreso en formato 16.50 por 21.50 centímetros, o media hoja oficio, con 20 páginas en papel bond blanco, con una imagen de portada a todo color y los artículos en blanco y negro. El segundo es una edición de 13 por 19 centímetros, de 20 páginas en papel sábana y aparecen los gráficos y el contenido en blanco y negro. Siguiendo el orden de descripción, en uno se menciona que los que dirigen el rotativo son los “sopatintas más piolas de la U (urticarias)” y en el otro no existe referencia del director, pero se sabe de fuente confiable que estaba al mando del famoso escritor Jaime Saenz. Por tanto, un rasgo de estas ediciones es el anonimato de sus editores y redactores para precautelar represalias políticas y civiles a futuro.
Seguidamente, en lo texto-visual, estallan, por doquier, referencias burlescas. Estas peculiaridades literales emprenden con el uso de la inflexión del diminutivo, derivación que modifica el significado de las palabras dándole el matiz de tamaño pequeño y como resultado surge una expresión de cariño o afecto (RAE). Por eso, en sus portadas, los titulares resuenan con los sugerentes nombres de Ulupiquita, que proviene de Ulupica (ají nativo de Bolivia) y en El Quevedito no podría negarse que hay un acercamiento a Francisco de Quevedo y Villegas (escritor español del siglo de oro). Los lemas no se quedan atrás: del primero se dice que es “La revista más picante de Alasitas” y del otro surgen dos: “Aparece una vez al año” y “Nuestro lema: De los placeres sin pecar, el mejor es el cagar”, y firma Quevedo. Aquí, los títulos y los lemas tienen el movimiento del doble sentido. Continuando la secuencia narrativa, en una orilla sobresale una caricatura, a todo color, de un lobo feroz (Gobierno) que persigue corriendo con un cuchillo en la mano a tres cerditos (COB – POR – PC). Oficialismo-Oposición. En el otro borde, destaca la imagen en blanco y negro de un hombre de perfil que esta flaco y desnudo, porta un sombrero, lentes y una corbata y está defecando en un inodoro.
Los artículos tienen un picor irónico con tinte político y literario. A simple vista, los redactores se empeñan en producir argumentos jocosos, partiendo de hechos reales. La expresión escrita trastoca lo real. Del Ulupikita transcribo una parte del apartado “Las ventajas de los petisos”, donde reza que: “Ser petiso tiene más ventajas que desventajas. Por ser petiso, uno no puede ser militar, imposibilidad que siempre habrá que agradecer porque esa situación te podría haber llevado a ser Presidente de la República, cargo que ninguna persona inteligente desea”. En El Quevedito, resalta la formidable danza de juego de palabras de “Poetas que piensan en flores y no en pan”, pues en un trozo enuncia que “será reaccionario no solo aquel que use melena y fume cigarros rubios, sino también aquel que se niegue a asistir a nuestras orgías”.
En cuanto a la imagen caricaturesca, en la revista picante predominan diseños de El Sr. Mocko, de damas con curvas pronunciadas y el Ekeko tomando helado Frigo. En el folletín saenziano inciden las figuras plasmadas con la técnica del collage. Finalmente, la publicidad es otro aspecto divertido de ambos periodiquitos de Alasitas, que, coincidentemente están en su última página y son financiados por la Mutual La Primera. Se, trata, pues, de unificar imagen y eslogan: “El ahorro constante hace grande al más pequeño” y una silueta hace alarde de un Ekeko sosteniendo una casita. Le sigue, “Este 24 de enero compre su casita, hágala bendecir y abra su libreta de ahorros…”, acompaña una postal de una llave antigua.
Deseo terminar expresando que la capacidad de registro de las imágenes que la memoria retiene de estos dos ch’iti periódicos, se vincula por ambivalencia. Pues, veo que son trabajos que persiguen crear una memoria visual desenfocada del presente, a través de la burla, pero, al mismo tiempo, esa alteración de la cotidianidad pretende que se corrija o reflexione para el futuro. Más, por encima de toda forma de ojeada, estos simpáticos soportes de prensa reúnen, en buena medida, un muestrario de retratos y discursos (imágenes) graciosos que nos arrebatan sonrisas, grave siempre.