‘Dos botellas más cerca de la muerte’, entre el dolor y el miedo
Desde hace un tiempo tenía ganas de leer Dos botellas más cerca de la muerte (Editorial 3600), libro de cuentos que Miguel Carpio publicó el año 2021. Grata fue mi sorpresa con lo que encontré.
A través de este volumen, Carpio comparte con las y los lectores siete cuentos cuya frescura, naturalidad y honestidad generan un impacto que no se olvida fácilmente.
El que más me gustó fue el primero:
“#PrayForTheDeadGirlAndTheBedCoveredWithShit”. Desde el principio del libro, Carpio ya da una muestra de que el viaje va a ser muy emocionante y accidentado y pone a prueba a los lectores en su capacidad de aguantar la sensación de vértigo que se desencadenará a continuación.
El siguiente cuento, “Abbadón”, lo disfruté como si estuviera navegando en una balsa por las frías aguas de un lago. El relato se desarrolla con calma, con suavidad. El final se va construyendo en nuestras mentes con la certeza de lo terrible, pero con la ansiedad de llegar a ese momento y sentirlo en la piel. Tanto así que, después de mucho tiempo, sentí escalofríos mientras leía.
“Casa adulterada” es una historia que duele en la memoria, que genera esa sensación de vacío en el estómago frente a lo irremediable. Me dejó preguntándome hasta qué punto somos únicos e insustituibles y cuánto buscamos el poder serlo en la vida de esos a quienes amamos una vez.
En el siguiente relato, “Kafele”, Miguel Carpio se arriesga bastante al tratar desde otra perspectiva una historia bastante conocida: las diez plagas de Egipto. En mi opinión, sale airoso de ese desafío porque su construcción narrativa nos lleva más allá del bien y del mal, centrando la atención de las y los lectores en la individualidad y experiencia de vida de su personaje principal.
“Dos botellas más cerca de la muerte”, el cuento que da nombre al libro, nos sumerge en la mente de un hombre, donde podemos palpar las diferentes emociones que lo aquejan luego de cometer un acto de violencia. El arrepentimiento, la justificación, el dolor, la vergüenza, la resignación. A veces, puede que las cosas sucedan así nomás, sin haberlas planificado, o tal vez, llevamos adelante algo que deseábamos hacer, pero que no nos dábamos cuenta.
“Ella olía a champú de envase rojo”, otro de los relatos que más disfruté, resalta por todo ese mundo de cosas que pueden suceder dentro de nosotros en tan solo diez minutos (o quizá menos), aspectos que podrían llevarnos a tomar decisiones capaces de cambiar nuestras vidas.
“Al dolor y al miedo uno nunca los supera”, cuento que cierra el volumen, es como una colección de anécdotas que podrían hacernos reír para no llorar. Puede que siempre haya alguien que la esté pasando peor que nosotros, ¿será este un consuelo válido? Si no lo es ¿acaso importa?
Seis de los siete cuentos están narrados en primera persona, aspecto que Carpio sabe utilizar muy bien para mostrarnos personajes con ricos procesos mentales, que se alteran a partir de diferentes situaciones estresantes, angustiosas, atemorizantes en que la vida o ellos mismos se han colocado. La debacle de esas voces internas es tan natural que parecieran repetir pensamientos que tal vez nosotros también hemos esbozado, aunque no estoy tan segura de si los confiaríamos a cualquiera, puede que a nadie. “Qué estúpido es a veces el amor, ¿no? Te hace quedarte por migajas imaginarias en lugar de pararte e ir a otro lado por comida de verdad. Y, aun así, a veces, muy pocas, pienso que habría valido la pena decirle todo. Arriesgarlo todo y ver qué podría pasar, incluso sabiendo que en realidad no podría pasar nada. Luego lo pienso mejor y me doy cuenta que de todas formas lo más probable es que me habría dicho que no. Y no solo por las circunstancias que nos rodeaban, sino simplemente porque el sentimiento no era mutuo. Entonces me pongo a pensar que, de todas formas, habría terminado sufriendo. Así que supongo que al final daba igual, ¿no? Al dolor y al miedo uno nunca los supera, solamente se acostumbra” (Pág. 121).
De esa manera, entendí la dedicatoria que Carpio coloca al principio del libro: A la vocecita que me viola la cabeza. Si algo tengo que agradecer es que esa voz dentro de Miguel haya construido los relatos que llenan las páginas de este libro, a pesar del miedo, a pesar del dolor que sabe muy bien transmitir a sus lectores, hasta hacerles derramar alguna lágrima nostálgica.
Entonces, este pequeño texto también se lo dedico a ella.
Karen Veizaga Abularach

