“En las palabras no dichas había una corazonada”
Mi primer perro se acostaba en pies de mi cochecito y tomaba leche de mi mamadera. No podía subirse a la cama de mis abuelos, pero aprovechaba cuando no había nadie en la casa para dormir entre las almohadas. Su pelo era blanco, siempre suave. Sus ojos eran verdes, siempre brillantes. Era un buen perro. […]
