Hilos rotos de una crítica educativa: análisis de la barricada de María Galindo a Félix Patzi
La crítica educativa necesita responsabilidad. María Galindo afirmó en su barricada con Félix Patzi que el inciso 3 del artículo 68 de la Ley Avelino Siñani (el que crea la Agencia Plurinacional de Evaluación y Acreditación de la Educación Superior Universitaria, hoy CNACU: Comisión Nacional de Acreditación de Carreras Universitarias), habría dado pie a la privatización del sistema universitario boliviano. Y, como era de esperar, surgen las frustraciones contra la Ley 070 en su transmisión. ¿Existe realmente una privatización encubierta? ¿Es responsabilidad de los primeros actores en su elaboración? Y más importante aún: ¿qué implica reducir un proyecto político y pedagógico como la Ley 070 a una “traición universitaria”? Lo que está en juego, incluso en época electoral, es la posibilidad de construir una educación plural, crítica y situada.
Con todas sus deficiencias, la Ley 070 ha sido clave para ampliar el horizonte educativo. Sus mayores enemigos son la implementación y el magisterio (y no necesariamente las y los docentes, sino el sistema que las y los absorbe), y la falta de prioridad real del Estado hacia la educación. El Dunn decía que el Estado ha invertido bastante en educación y no se ve nada. ¿Por qué será, si aún no se han resuelto temas básicos como infraestructura y servicios? La necesidad del Estado central de visibilizarse a través de obras ha fragmentado el presupuesto, reduciendo la ejecución municipal a desayuno escolar y entrega de muebles.
Muchos candidatos creen que pueden solucionar el problema agregando contenidos, una mirada heredada del magisterio: se introduce la necesidad inmediata dentro del aula, como si eso subsanara obligaciones del Estado. La escuela y el magisterio quedan responsabilizados por temas como educación sexual, ambiental, tecnológica, etc., cuando esas también son competencias de los municipios en sus centros de desarrollo educativo, centros culturales, espacios de salud, entre otros. Se reduce la educación a la escuela como único dispositivo ideológico de un modelo de Estado o proyecto político.
Salgo a defender la Ley 070 porque es necesario aclarar que no promueve explícitamente la privatización de la educación superior. Aunque la creación de la CNACU marcó un cambio institucional que generó susceptibilidades —trasladando parte de la evaluación y acreditación desde órganos autónomos como el CEUB hacia instancias estatales— esto responde más a una lógica de regulación que a un proceso de mercantilización. Seguramente existen vacíos normativos y problemas de implementación en esta comisión, lo que ha generado doble trabajo y ha permitido que universidades privadas persistan en vender “capital educativo” como producto. Y la universidad pública tampoco se escapa.
Pero de ahí a concluir que la ley abrió un proceso de privatización sistemática, y que el Estado renunció a su rol como garante de este derecho, es un salto argumentativo que no necesariamente se sostiene. El CEUB no ha perdido legitimidad ni funciones por ese inciso: sigue regulando procesos, revisando y evaluando. Es tan responsable de la mercantilización de la educación superior como el propio Ministerio de Educación. La prioridad es el título. Y te lo venden. Si no, ¿qué hace la EMI ofreciendo diplomados en educación superior? No es su competencia, y sin embargo, se le ha permitido.
La educación superior no se fortalece con polarización ni con acusaciones de oído, sino con crítica informada, voluntad de escucha y participación. Tal vez el dilema no sea CEUB versus CNACU (Universidad contra Estado), sino cómo construir un sistema de evaluación que articule autonomía con ética pública, acción técnica con pertenencia social. A la universidad pública le falta autocrítica política desde hace décadas. Tiene que haber instancias que regulen, incluyendo al CEUB.
Existen otros aportes clave en la ley, como los currículos regionalizados y el Bachillerato Técnico Humanístico (BTH). Aunque es triste que poco se haya avanzado en educación no formal, esos avances existen. La gestión de la Ley 070 sigue enfocada en la educación formal, y aun así faltan ítems para el BTH, se necesita profundizar los contenidos regionalizados, etc., pero no deben perderse, así como así.
Reducir la ley a una herramienta de privatización desdibuja el proceso político y pedagógico que le dio origen, y aunque el mérito no le corresponde específicamente a la ley 070, la carga histórica la demandaba, el debate es necesario sobre cómo mejorarla sin destruirla. En lugar de simplemente recordar a Warisata con nostalgia, hay que plantear y autocriticar tanto a los actores iniciales como a los actuales. Necesitamos diálogos rigurosos que profundicen la ley, reconozcan sus logros y exijan al Estado cubrir los vacíos con una implementación responsable.
Sabemos que el último Congreso Educativo fue una lágrima. Quienes más pugnan por entrar al final son ONG (no pueden), pero también deberíamos pugnar otros actores. Claro, la Galindo ha estado en todas partes. Y sí, es injusto que no la hayan dejado entrar al primer Congreso, pero ¿qué haría ella diferente? Probablemente muchas cosas, pero no es una heroína salvadora. No hay una visión educativa a futuro que vaya más allá de modificar la ley; no está presente ninguna propuesta estructural, y eso es riesgoso.
No entiendo el miedo de Patzi de no responderle a Galindo con sus propias letras. Aunque ha cometido errores de conducta pública y no es una víctima, tampoco está tan chacra. Sabe del tema. No se puede dar un paso al costado y decir: “he escrito un libro y me he deslindado” (libro que explica esas fallas en la ley), o “ellos no implementaron los proyectos; estaban escritos”, cuando uno ha sido parte de un momento crucial. Porque la Ley 070 lo ha sido, le pese a quien le pese. Y si no la defienden quienes la conocen, habrá otros actores que sí quieran criticarla y exigir su implementación. Parafraseando a Hilda Mundy, ofrezcamos un atentado a la lógica educativa.
Keila Vásquez Ledezma
Gestora cultural y activista en la
promoción de la lectura- keilaalejandravl@gmail.com

