Del extravío al descubrimiento de nosotros mismos y del resto del mundo
Una reseña del libro de ensayos 'Una guía sobre el arte de perderse', de la escritora estadounidense Rebecca Solnit
Rebecca Solnit, en su libro Una guía sobre el arte de perderse, nos invita a perdernos y acoger lo desconocido, abrazar la incertidumbre y explorar nuestra relación con el resto del mundo.
En el primer ensayo, “La puerta abierta”, comienza sugiriéndonos que “Perderse, en cambio, en una ciudad como quien se pierde en el bosque, requiere aprendizaje”. Aquello cuya naturaleza desconocemos por completo suele ser lo que necesitamos encontrar, y encontrarlo es cuestión de perderse.
La autora estructura este libro en nueve ensayos, de los cuales cuatro llevan por título “El azul de la distancia” esta tonalidad de azul la utilizaron artistas del renacimiento para dar profundidad y volumen a sus obras. Entre ellos menciona a Yves Klein quien es considerado uno de los fundadores del nuevo realismo.
En “El azul de la distancia” también hace referencia a la blusa azul turquesa que le habían comprado en su viaje a Bolivia cuando era una niña. Esa blusa boliviana que estaba bordada y tenía un cuello en zigzag con un ribete azul claro y dos lazos azules. “Boliviana”, le dije a una amiga, y ella creyó que había dicho “olvidada”, menciona. Continúa diciéndonos que este azul de la distancia llega con el tiempo, con el descubrimiento de la melancolía, la perdida, la textura del anhelo, la complejidad del terreno que atravesamos, y con los años de viaje. Si el dolor y la belleza están conectados, quizá con la madurez llega un sentido estético que compensa parcialmente las pedidas que sufrimos con el tiempo y que encuentra belleza en lo distante.
Rebecca Solnit nació y creció en California, Estados Unidos. Es ensayista, activista de todas las causas pendientes como el feminismo, los derechos de las minorías y el medio ambiente. Es considerada una de las criticas culturales norteamericanas más resonantes de las últimas dos décadas.
Solnit nos habla del texto de Virginia Wolf Al faro que decía: “Cuando salimos de nuestra casa una tarde agradable entre las cuatro y las seis, dejamos atrás el yo que conocen nuestros amigos y pasamos a formar parte de ese vasto ejército republicano de vagabundos anónimos, cuya compañía es tan agradable después de la soledad del cuarto propio”.
Siguiendo el texto de Wolf, la autora reflexiona que perderse era más una cuestión de identidad de geografía, un ferviente deseo de no ser nadie o de ser cualquier otra persona, liberarse de las cadenas que nos recuerdan quienes somos, quienes los demás creen que somos.
En el ensayo “Grinaldas de margaritas” nos muestra su familia en una conversación intima con su tía, la hermana menor de su padre que le mostro una caja llena de fotografías familiares, en ella estaba la de su abuela y sus dos hermanos posando en la puerta de entrada de inmigrantes en el puerto de Nueva York. Aquí describe que traían el pelo rapado, la mirada ojerosa. Ellos sobrevivieron al Holocausto porque se habían ido de aquella patria provincial y hostil. A ella la salvó el amor, nos dice refiriéndose a su abuela y a veces pienso que me hice historiadora porque no tenía historia.
En estos nueve ensayos, la autora nos mueve desde perderse en la naturaleza, perderse en las relaciones de pareja, perderse en las historias familiares, perderse conquistando países, perderse en las ciudades, perderse en los recuerdos y perderse contemplando a los animales. En algunos momentos nos lleva a perdernos como lectores, hablándonos de una tortuga del desierto que años después se había convertido en una brújula, un visado, un amuleto y así juega en los nueve ensayos.
Del extravió al descubrimiento de nosotros mismos y del resto del mundo, Solnit nos deja como mensaje la figura del conquistador español Álvar Núñez Cabeza de Vaca uno de los primeros europeos perdido en “América” quien en 1527 fue esclavizado por varias tribus indígenas, estuvo tanto tiempo desnudo y conviviendo con ellos que cuando lo encontraron, le tomó tiempo volver a ponerse ropa y a dormir sobre algo que no fuera el suelo. Cabeza de Vaca como menciona en el texto la autora, había andado desnudo, había mudado de piel como una serpiente, había perdido la avaricia y el miedo, había perdido todo lo que puede perder un ser humano sin llegar a perder la vida, pero había aprendido varias lenguas, se había hecho sanador, había llegado a identificarse y por fin admirar a las naciones indígenas, ya no era la misma persona que había sido. Con esto, Solnit nos conduce a la reflexión de que perderse es transformarse, perderse es acoger el umbral hacia la transformación.
Este libro, es a mí juicio, una lectura necesaria para los tiempos que corren de incertidumbre.
Gloria Ardaya

