Acercamiento al libro de ‘Mujeres Artistas de Bolivia’
Una lectura del más reciente trabajo del artista e investigador en artes Reynaldo J. González.
Desde finales del siglo XX se ha realizado paulatinamente la inclusión de las mujeres artistas en los cánones oficiales de la historia del arte. Como hacedoras siempre han estado presentes, pero han sido invisibilizadas por muchos motivos: roles de género, condiciones de producción de sus obras, apropiación de su trabajo de parte del mundo masculino, infantilización de sus preocupaciones formales y temáticas, entre muchos otros.
Bolivia no fue la excepción: en general en todas las ramas consideradas artísticas las creadoras sufrieron una minimización de su labor y muchas veces fueron excluidas o aisladas de acuerdo a los criterios establecidos en ese momento para la valoración de sus obras.
Este contexto ha derivado en un deficiente conocimiento de las artistas plásticas bolivianas, que justamente el libro “Mujeres artistas de Bolivia” de Reynaldo González propone subsanar. Como lo indica su introducción, este trabajo “persigue una revalorización del arte desarrollado por mujeres en su trascendencia nacional e internacional y en su interrelación con algunos imaginarios del país”, además de una importante labor como es “la visibilización de la producción de las artistas mujeres en actual actividad” de modo que esta quede registrada y desplegada para estudios posteriores.
Este trabajo se convierte así en un dispositivo muy importante para nuestro medio cultural ya que provee datos y acercamientos significativos, señalando también vertientes a seguir en este vasto campo en construcción.
El libro consta de cuatro partes bien articuladas y que dialogan entre sí: la primera reúne ensayos del autor sobre Elisa Rocha de Ballivián, Marina Núñez del Prado, María Luisa Pacheco, María Esther Ballivián, Inés Córdova, Guiomar Mesa, Francine Secretan, Susana Villegas y Donna Huanca. Uno de los puntos más impactantes está en el trabajo dedicado a Marina Núñez del Prado cuando se enuncia el tema de la maternidad en su escultura “Tukusitu-Guaguita” (1946) donde se figura la muerte del hijo y la plegaria de la madre a la Pachamama para que reciba como ofrenda el alma del niño; asimismo deseo resaltar el acercamiento espiritual al arte que se expone sobre las obras de Francine Secretan.
La segunda incluye acercamientos de otros críticos y estudiosos Tatiana Suárez, Michela Pentimalli, Juan Fabbri, Luciana Molina y José Arispe que orientan su interés hacia Agnes Ovando, Martha Cajías, Sandra de Berduccy, Alejandra Alarcón y María Riveros respectivamente. Como una grata bisagra articuladora González incluye en esta parte la historia de vida de la historiadora del arte Teresa Gisbert de una manera que resalta su trabajo, pero también su dimensión humana, gracias a que se intercalan datos biográficos, entrevistas realizadas a tres de sus hijos y otros trabajos anteriores de donde surge su propia voz contando y comentando ciertos hechos de su vida.
La tercera parte aporta cuatro visiones sobre la problemática dada: Roberto Valcárcel (2009), José Bedoya (2016), Fernanda Verdesoto y Mary Carmen Molina (2022) junto a su propia visión, en este apartado sobre todo me parece importante destacar los cuestionamientos sobre categorías cerradas que sostiene Valcárcel. Finalmente está el diccionario biográfico de mujeres artistas que recopila informaciones sobre más de 700 artistas activas en el país desde finales del siglo XIX hasta la actualidad.
Dentro de los trabajos publicados encontramos ciertas preocupaciones teóricas que tejen relaciones entre las artistas abordadas: la pregunta por la mujer, la maternidad, lo femenino, la identidad y la articulación de la subjetividad en la creación artística.
Un punto fundamental que se vislumbra en el libro es la transmisión genealógica del pensamiento, es decir, la importancia de la difusión de conocimientos entre las generaciones mayores, los pares y las generaciones menores; conectando saberes, producciones y reflexiones artísticas tanto en su momento histórico como posteriormente.
Los análisis de González y los autores que dialogan con él proporcionan una diversidad de visiones, permitiendo un acercamiento a la experiencia de la apreciación artística, la crítica y la teorización. Esto es posible gracias a las categorías que desarrollan apuntando a características temáticas, relaciones históricas, análisis formales y sobre todo a una cercanía con las artistas. Una aproximación sobre las creadoras bolivianas que revela rasgos subjetivos, formas propias de producción, métodos de trabajo y acercamientos éticos.
Fátima Lazarte

