Tiempo bueno. Perspectivas y Resistencias Musicales
Este texto fue leído en la presentación del libro ‘Perspectivas y Resistencias Musicales’
Voy a comentar tres aspectos que me parecen relevantes del libro: ¿quiénes están escribiendo? ¿Qué temas están tratando? Y ¿a dónde apunta el libro? Para al final hacer una reflexión sobre la forma de comprensión de la lectura.
Quiero empezar con palabras de Carlos Arturo Reyna Rodríguez, con respecto a los estudios sobre el metal como hilo conductor hacia la presentación del libro, él dice: “hay una ruptura entre quienes hablan sobre el rock y sus géneros, pero no asisten a los eventos que estos organizan y crean, para discutir y hablar sobre los temas que les interesa a ellos”. Entonces hablar de rock implica un acercamiento práctico al hecho. Según tapia, “el estudio desde la academia se distingue del periodismo, los blogs y las escrituras de los fans por su compromiso con el rigor metodológico”, lo cual puede ser una visión diferente de comprender el metal dentro de una mirada crítica, ya que el metal –como advierte Reynaldo- en muchos espacios es clasista, sexista y racista.
Perspectivas y Resistencias Musicales es un libro elaborado por Reynaldo Tapia que reúne varios escritos, producto del primer congreso de Rock y Metal en Bolivia, realizado en octubre del 2022 en la ciudad del Alto. Entre sus autores tenemos el gusto de estar con Nohe Aguilar.
Los temas que tratan en torno al rock y metal son desarrollados por los autores desde testimonios, ensayos, investigaciones y experiencias. Una característica metodológica que presenta el libro es una “mirada desde adentro”, una manera de conocer el rock y metal en Bolivia, o más propiamente nuestro rock y metal. Los autores son o han sido parte de las escenas del cual hablan, resaltando más lo académico o lo metalero. Están escribiendo o hablando desde otro espacio llevando –quizá- aquella crítica del metal a otro nivel de exposición.
En este sentido, el tema central del libro, desde mi perspectiva, anota a una búsqueda de identificación local, en el cual los temas que se tratan permiten comprender el metal y rock en Bolivia como una manera de autoafirmación de ser desde los propios espacios, además de una forma diferente de comprender la realidad del metal en Bolivia, o como dice Reynaldo: “es una nueva y da una oportunidad para crear nuevas teorías y metodologías de estudio y alejarnos un poco de las filosofías occidentales”
Antes de mencionar el tercer punto debo permitirme hablar de uno de los temas que se presenta en el libro, un ensayo realizado por Nohelia (compañera de carrera por cierto). Ella al analizar la estética punk en Cochabamba en relación con la tradicional estética punk difundida por la industria musical, establece que hay una identidad estética punk cochabambina -pero no les voy a decir cual o como es, sino no lo van a leer, aunque les puedo adentrar a la misma cuando este es vinculado al racismo y relacionada con la particularidad de la realidad boliviana, más propiamente de las mayorías de la población suburbana-. La identificación asume la esencia punk en lo local, lo cual responde a su contexto local he histórico. Lo que al final parece indagar es, que cualquier rebeldía debe responder a su contexto local he histórico, a lo que algunas bandas se encaminan, tomando temas propios de su contexto sin asumir relatos ajenos ya sea en la música o la lírica.
La autora en su estudio asume la importancia del lenguaje corporal para su análisis, donde la vestimenta ha dado lugar a una identidad por su relación al contexto de actividad, ella dice que “los lenguajes de la moda en su expresión normal, dentro del campo de lo social, excluyen y establecen un orden que se reproduce, sin que las personas perciban una discriminación. Transmiten señales semióticas y señalan pertenencias a clases, a grupos, a oficios”. Esta cita me parece relevante, en el sentido de que la ropa marca cierta identificación personal. Entonces, la forma de vestir no es tan inocente ni tan arbitraria, sino que oscila entre ambos y responde a contextos dados o por darse.
Por ejemplo imagínense un grupo de personas desnudas, imaginen una ciudad de habitantes desnudos, a primera vista todos iguales, sin características distintas más que biológicas. Ahora imaginen otra ciudad con habitantes que portan infinidad de indumentarias. Cada ciudad conlleva un sinfín de actividades. ¿Cómo reconocer a cada miembro según a la actividad que realiza? De la primera ciudad no se podría leer casi nada, solo al final del día, pero la otra ciudad tiene un vestimenta que puede leerse sin mucho esfuerzo. Las prendas que presentan las personas son señal de cierta actividad que conllevan, es usar una ropa adecuada a su forma de ser y estar, ya sea condicional o situacional.
Vestir adecuadamente (no en el sentido clasista) significa optar por una ropa adecuada al contexto. La ciudad, el campo, las fiestas, el trabajo, la diversión, el deporte, o cualquier otra actividad, implican una determinada indumentaria. Por ejemplo, un minero usa botas y guardatojos que lo identifica de otras actividades, al mismo tiempo su indumentaria es una manera de protección de su contexto, así como lo hacen las personas que viven en territorios nevados.
Entonces, la vestimenta como tal, por lo general, trata de expresar situaciones y condiciones de ser. Asimismo, vestir de diversas formas no está disociado de la subjetividad, puede denotar tristeza, alegría, rabia, descontento, e incluso cierta forma de status social.
La vestimenta en primera instancia viene a ser una señal de identidad como una primera forma de ser reconocidos, también es un recurso de protección ante una amenaza que pueda surgir de la actividad que realiza, por último es una forma de imitación al contexto a relacionarse. En términos generales, la vestimenta expresa tres rasgos peculiares: identificación, protección, e imitación.
En síntesis, el lenguaje de la estética no puede ser leído disociado del contexto en que se encuentra, ni del estado de ánimo de la persona. Así como la música, la ropa es un lenguaje que no solamente puede expresar ideas, sentimientos, en muchos casos es una forma de vivirlas.
Ahora, el rock y el metal es un espacio donde confluyen diferentes no contrarias perspectivas y resistencias musicales. Un no lugar, no en el sentido de Marc Auge: sin identidad y circunstancial, sino como posicionamiento en un espacio al que no pertenece (posicionamiento en la modernidad como reflejo -no expresión- de la crisis de la misma) ni quiere pertenecer (no buscan demandas de representación política), mejor dicho, ni querían pertenecer.
Quizá este libro sea el inicio de esto, de dejar atrás lo convencional del rock y situar un metal más propio. Una forma de ruptura con el estereotipo del rockero, punkero, heavy, hippie, etc., tal como Nohe Aguilar fundamenta en su ensayo con relación al punk.
En este sentido, Alicia Ortega dice que es posible invertir el juego borgeano, esto significa que la ciudad es una biblioteca con una variedad de textos: la oralidad de sus habitantes, los videos juegos, los grafitis. No obstante, la lectura de cualquier texto siempre será determinado por nuestra formación cultural, es decir, por la forma que somos construidos socialmente, y esto puede llevar a sesgos de lo que quieren decir los textos, ya sean urbanos, suburbanos o rurales. Siempre hemos leído cosas, personas y creemos deducir que la realidad es así, que las cosas exteriores a nosotros son el resultado de nuestra lectura. De ahí hay una vasta lectura: la antropología ha leído las costumbres de los pueblos, la sociología a los problemas de la modernidad, la economía al proceso productivo. Pero siempre con una mirada de: “yo sé lo que es bueno para ustedes”, prescindiendo de escuchar al leído. El lector siempre tiene la razón, aunque su interpretación no se ajusta al texto. América ha sido un texto que no ha sido escuchado, sino leído por una voz Otra, en forma de ventriloquia de la razón occidental. La voz de América no solo está en las ciudades, sino también en los lugares más recónditos de la selva y las montañas, son sitios donde se pueden encontrar una lectura de nuestro ser, y en muchos casos es un texto que no está ni puede ser trasladado en un libro. Entonces, debemos admitir que muchas veces nos hemos equivocado al interpretar nuestra exterioridad. Leer también significa escuchar al texto, pero muchos de ellos no pueden ser leídos ni escuchados porque vienen con propios lenguajes (como las plantas, los ríos, los animales, los vientos, las lluvias).
Dentro de este contexto, es necesario anticipar la escucha por la lectura, devolvernos las voces que nos han sido privadas, silenciadas o reemplazaron por una voz privilegiada, la del Otro. Ahora es tiempo del resurgimiento de las voces de siempre, y escucharnos el gran paso.
Para terminar, quiero decir que esta presentación sea un estímulo para que lean el texto, que de algún modo les puede introducir a la realidad del cual se habla. En tal sentido parece acertada aplicar la categoría punk del “hazlo tú mismo”, porque nadie se los leerá, o será leído de otra forma.
Muchas gracias por escucharme.
Fernando Fuertes Sánchez
El autor es sociólogo

