‘Una película de policías’: una historia de los que ejercen el poder y sus víctimas
Crítica sobre el filme mexicano original de Netflix, ganador de un Oso de Plata en Berlín, que compite en el Festival de Cine de Lima y que estará disponible en la plataforma próximamente.
Mucho cuidado debió tener el equipo de producción de la película mexicana Una película de policías a la hora de difundir imágenes o cualquier información relacionada a la cinta. Cuando leí que el tercer largometraje de Alonso Ruizpalacios era la única representante latinoamericana que se había llevado algo en el último Festival de Berlín —donde fue galardonado con el Oso de Plata a la mejor contribución artística—, no encontré más que un fotograma que sirve de afiche y una sinopsis, “una atrevida apuesta audiovisual que combina documental y ficción”, que se repiten en todos los portales especializados.
Fuera o no una estrategia pensada, es una gran dicha ver Una película de policías sin saber el laberinto de formatos y estilos que supone la película, un juego lúdico para y con el espectador, que no sabrá cuando dejar de tomar reveses por los diferentes recursos narrativos empleados. El filme, que compite en la edición 25 del Festival de Cine de Lima y próximamente en la competencia oficial del Festival de San Sebastián, cuenta la historia de la pareja de policías (tanto en patrulla como conyugalmente), Teresa y Montoya, sus peripecias en el cuerpo policial y lo que significa vestir de azul en Latinoamérica.
Al abordar un tema tan controvertido como es la institución policial, y al presentarse como un documental, “Una película de policías” podría haberse decantado por el trillado camino del reportaje de denuncia. Sin embargo, ofrece un desfile de estilos, que van desde la buddy cop movie (los inventivos títulos, la caracterizada música de Dead Combo), hasta lo que ha venido a llamarse como no ficción (“una puesta en escena de lo real”, como lo definiría la montajista chilena Coti Donoso), pasando por el suspenso (la aventura con la que Teresa abre el caso) y el documental testimonial.
Todo este hallazgo inventivo de la narración no descuida el tema del fondo y sus verdaderas preocupaciones. Las críticas, más que a la Policía, son al sistema social, se van lanzando de manera punzante, paulatina, lenta. Porque lo que nos muestra Una película de policías es una historia de los que ejercen el poder y sus víctimas, una dicotomía que parece tan agotada pero nunca deja de ser la esencia de nuestras relaciones. ¿Nos prueba el filme que los policías son corruptos? Sí ¿Quiénes son las mostradas en la cinta? Los mismos policías. Se evidencia una división que puede trasladarse a cualquier área social: aquellos que gozan de relaciones de poder y en los que no.
Todo el relato de esta pareja de uniformados pareciera estar construido para un final desgarrador. Ruizpalacios arroja atisbos de lo que sería una radiografía social del cuerpo policial, sin enfrentarlo de manera directa. Teresa dice: “la mayoría de las policías mujeres son madres solteras, la mayoría tienen rasgos indígenas, son como yo”. Las frases: “cuando veo a la Policía no siento seguridad, me da miedo” o “asalariada de mierda” son un vergonzoso espejo de nuestras interrelaciones como sociedad con las instituciones públicas, entretanto las víctimas son los hombres y mujeres de a pie, los que no se han visto beneficiados por las suciamente sobrevaloradas “influencias”.
Sobresale, sin dudas el gran diseño del metraje, con la organización de los episodios que conforman la película, ostentando uno de ellos un claro ejercicio de deconstrucción de cómo hacer cine, siendo el proceso de hacerlo la misma película. En todo esto tiene cabida los estilistas recursos estéticos del cineasta, como los movimientos de cámara (esa imagen alargada, tan larga que se tuerce), los paralelismos de montaje de sonido e imagen y, sobre todo, el constante juego con la idiosincrasia visual y sonora del rojo y azul de la Policía.
Una película de policías prueba el estado de gran salud del cine mexicano (una de mis películas favoritas del año pasado fue “Sin señas particulares”, también presenta en Lima, de Fernanda Valadez) y una voz cinematográfica que se va consolidando en Alonso Ruizpalacios. Estará disponible en Netflix, todavía sin fecha definida, pero se estima, para fines de año.

