Un retazo de la historia y las formas de su rebelión (II)
Segunda parte de un comentario vertido en la presentación del proyecto ‘Memorias musicales: diálogos con compositores bolivianos de música académica’
El pensamiento musical de nuestro tiempo
Desde una primera perspectiva vale decir que en estas entrevistas se abordan detalles estrictamente musicales de la creación y de la interpretación, la técnica, la agógica, la armonía, el estilo. La música para cine, para ballet, la creación de obras para coro, para orquesta, para música de cámara, elencos y ensambles contemporáneos, música electrónica y electroacústica. Los intérpretes, los directores, el público, todos ellos circulan por las obras, las piezas, por los sonidos, los géneros, los lenguajes, las corrientes musicales actuales, el atonalismo y sus versiones, el dodecafonismo, el serialismo, el uso de los modelos y sistemas de composición actuales: las obras se quedan, los hombres pasan.
Se mencionan reflexiones filosóficas sobre el “sometimiento” y la “liberación de la música”, el “dejar ser a los sonidos”, la “rebeldía”, y la “desobediencia” (Adorno, 1923), ideas sobre el tiempo y el destino, las ideas e ideologías con que finalmente uno opera para producir lo nuevo; el encuentro con “lo bello” en la música y la reflexión sobre la estética, el proceso creativo como una experiencia inexplicable y su relación con las musas; la música como un arte transformador. El control del material sonoro y lo indeterminado. El refugio en el placer de crear, pero también el dolor como causa. Las contingentes frustraciones, pero también la necesidad de asumir la vida de compositor y músico como una lucha, casi siempre, contracorriente. Una lucha individual, consigo mismo y en general, con el entorno, se desarrolla silenciosamente en cada compositor, una necesidad de vencer el anonimato y de trascender el tiempo y el espacio; pareciera que la obra es el resultado de esta lucha.
Biográfico y crítico, la narrativa, en cada caso, deriva en una reflexión sobre el propio quehacer musical creativo y la confrontación solitaria con los lenguajes musicales.
De acuerdo a Adorno (1932; cit. por Gómez, 1998), la música es un producto humano afectado por los individuos y por lo social en el curso de su desarrollo histórico y tecnológico; y aunque es una forma de conocimiento no conceptual, posee un lenguaje y una gramática propia, una forma dialéctica de ordenar el caos de los sonidos. La labor del compositor situado en un lugar en la historia consiste en su correcta adecuación como sujeto frente al desarrollo histórico del material sonoro (intención del compositor y material compositivo). “Ambos se engendran”, dirá Adorno (pg. 64). Es de esta forma y no de otra que el compositor “debe” resolver los problemas de la música en la experiencia creativa concreta (pg. 65). Identificado así, este sometimiento a la estructura histórica, podemos también identificar ese impulso de la desobediencia creativa, que confronta lo singular contra lo social y rompe con la tradición para engendrar, desde un deseo subjetivo singular, lo nuevo. La desobediencia es aquel impulso subjetivo, como necesidad, consciente o no, de romper con las estructuras musicales hegemónicas institucionalizadas, una forma individual de conseguir un reencuentro con la sonoridad esperada.
Desde mi juventud he admirado a varios de los compositores contemporáneos entrevistados en este proyecto; sus conocimientos y su cultura sobre la música, sus teorías sobre el desarrollo de la música y sobre la música misma, sus experiencias creativas eran para mí un enigma, y, sin embargo, ahora, parecen haberse revelado en algunos de sus puntos oscuros. Los relatos de los hechos, de las circunstancias se tocan entre sí y construyen una red de significados que aparecen hoy articulados construyendo un sentido histórico más claro.
Finalmente…
Finalmente quisiera citar algunas frases reveladoras de algunos de estos compositores:
“La música contemporánea se siente como una amenaza para la estética clásica; por eso se tocan en las películas de terror” (Oscar García).
“Estudiar composición es aprender a entender los límites que permita trabajar; porque el campo del sonido es tan vasto que es muy fácil perderse y perder el camino” (Miguel Llanque).
“El ballet ha influido mucho en mí; en Bolivia todo es danza; todo lo que voy pensando está basado en la danza” (Teresa Gutiérrez).
“Si se podía hacer algo con los cuartos de tono uno tenía que echarle de lleno, había que investigar, explorar seriamente. A medida que fueron pasando los años me di cuenta que debía seguir con este principio” (Julio Cabezas).
“¿Cuándo se rompe esa dependencia con Europa? ¿Cuándo Bolivia se hace moderna? ¿Con quién empieza esta modernidad en Bolivia? para mí Eduardo Caba es el punto medular” (Gastón Arce).
“El maestro Vartañan trabajaba realmente en un ambiente limitado en lo que se refiere a la técnica y a las posibilidades musicales de nuestro medio, pero eso no le impedía poner unas producciones grandes” (Gabriel Revollo).
“Soy quien siempre fui: el compositor y pedagogo, que dedica la vida a su arte y sigo haciéndolo y no permito que se me juzgue por un episodio desafortunado” (Agustín Fernández).
“Este proyecto respondió al espíritu político del momento; las autoridades nos pidieron hacer un grupo musical –como se usaba entonces el término– “de cara al pueblo” (…) buscaban que la universidad pudiera proveer una suerte de bandera musical de semejantes características” (Cergio Prudencio).
Lo que constatamos a través de las narraciones es como cada compositor se sitúa desde su experiencia subjetiva individual, frente a la música construida históricamente y su forma de desobediencia.
Quisiera tener la ilusión de que esta colección de entrevistas es justamente eso: un retazo documentado de la historia del pensamiento musical o el espíritu de la música de nuestro tiempo en este particular espacio geográfico, un espíritu que se desarrolla a partir de las experiencias individuales de los compositores que han transcurrido este trecho de historia, desde la 2da mitad del siglo XX hasta nuestros días, a través de su reflexión. Constituye un valioso archivo histórico, narrativo y testifical, en la versión de los compositores actuales bolivianos contemporáneos y, desde ahora, una referencia ineludible del patrimonio musicológico boliviano. Un pensamiento musical que se revela.
Luis Moya Salguero
Cochabamba, diciembre de 2024

