Tristán Marof y su ataque crónico al MNR (II)
Si bien el escritor es ácido con su crítica hacia los miembros del movimientismo, es coherente con Siles Zuazo, ‘sonriente y pequeño’, admirando su destreza como orador
Continuando con sus escritos llenos de sentencias y adjetivos negativos a los representantes del nacionalismo revolucionario, se dirige a Augusto Céspedes, quien, al igual que su rival político, sería un destacado escritor, novelista y polemista. Para Marof, el dúo Montenegro-Céspedes eran el parasitismo nacionalista porque para ambos “era un sufrimiento vivir entre los indios altiplánicos, eligieron las embajadas para hacer propaganda de Bolivia en el exterior… ¡Excelentes sujetos! Se perdían por una copa de whisky y por una mujer cualquiera”. Aunque advertía su picardía y astucia para favorecer a cualquier elemento en el poder y adherirse a su causa y lograr su cometido. A parte Marof, más allá de su crítica política al MNR y a Céspedes como portavoz, lo califica de “literato mediano y con cierta dosis de realismo, calcado de novelistas italianos como que su cuento “El Pozo” tan celebrado, es muy parecido y casi exacto a lo que escribió Roberto Bracco en los años de 1918 (…) es un ignorante en cuestiones sociales y un audaz para incursionar en lo que no conoce y nunca ha leído nada porque su vida escandalosa no le ha dado tiempo sino placer”, así, con severo juicio parcializado, lo define, mientras que Céspedes solamente lo describe en su libro El presidente colgado declarando su “leucemia moral” y su afiliación a los gobiernos del sexenio.
En el caso de Armando Arce, fundador del La Calle en 1936, vocero de los primeros pasos del MNR, lo describió como “antiguo rondín del partido liberal y dizque revolucionario, título que le cuadra a maravilla por la ignorancia que posee y de la cual hace gala”; a José Cuadros Quiroga, cofundador y director de las bases programa del MNR, se refiere a él como “intelectual inquieto, pequeño burgués, comunizante, sin valor para ser comunista”.
Si bien Marof es ácido con su crítica con estos miembros del movimientismo, es coherente y hasta imparcial con Siles Zuazo, “sonriente y pequeño”, admirando su destreza como orador y sus discursos capaces de mover masas. Pasados esos años de revelaciones oscuras del movimientismo, se iría fragmentando el partido y daría luz a los gobiernos militares autodenominados seguidores del nacionalismo del 52.
Mientras el movimientismo seguía en vilo y en batalla en los años 70, en pleno estado de dictadura, Marof dejaría su versión definitiva del MNR y su importancia en la historia del país.
En su libro póstumo, recopilado por su amigo Stefan Baciu, denominado Radiografía de Bolivia (1997), expresa su malestar sobre la conducción del desarrollo económico que desembocó hacer “creer a los sencillos obreros de que eran dueños de todo y de que en adelante el trabajo se debía descuidar en nombre de la revolución. Los más bribones se convirtieron en líderes y entraron a saco como las hordas, puesto que no había ley ni moral ni autoridad”, siendo la sentencia definitiva y advirtiendo las nuevas propuestas del nacionalismo revolucionario.
La historia ha sido favorable con la narrativa del optimismo del nacionalismo y sus líderes mencionados por Marof, a excepción de Montenegro, disfrutaron de las comodidades de viajes, dinero y puestos gubernamentales. Sus obras fueron un legado de varios seguidores de estos personajes de la política boliviana. Marof no tendría esa suerte, siendo olvidado en su casa, ya alejado de la política, en la ciudad de Santa Cruz falleciendo a finales de los años 70, sin llegar a ver que, una vez más el MNR con su líder histórico Paz Estenssoro llegaría al poder a mediados de los años 80.
Consultor educativo y cultural

