Tristán Marof y su ataque crónico al MNR
El encuentro más temprano del destacado escritor, polemista y político con miembros del MNR fue en los años 40, cuando recién se sentaron las bases ideológicas de dicho partido
En noviembre de 1964, llegado el ascenso a la presidencia del General René Barrientos Ortuño, empezaron a salir a luz varios documentos antimovimientistas, entre estos se encontraban relatos, vivencias y crónicas sobre la vida dentro de campos de concentración, torturas a miembros opositores, malversación de fondos, financiamientos extranjeros, corrupción interna entre otros. Un caso singular fue el de Tristán Marof (Gustavo Navarro), destacado escritor, polemista y político que desnudaría a todo el equipo cerebral del MNR, relatando su postura sobre ese grupo que “ha dejado la nación en ruinas”.
En este caos de construcciones narrativas unilaterales de cada bando político, aparece Marof, que, mediante ensayos y relatos, da lugar a su memoria para recordar sus encuentros con algunos miembros del MNR, catalogados como “gente sin fortuna que buscaba dinero, privilegios y como tenía ideología confusa, mezcla de todo, alucinó a los obreros, a los campesinos y a los tontos que les creyeron”, describiendo los defectos de sus cabecillas: Estenssoro, Céspedes, Arce, Cuadro Quiroga y Montenegro siendo menos cáustico con Siles.
El encuentro más temprano de Marof con miembros del MNR fue en los años 40, cuando recién se sentaron las bases ideológicas de dicho partido. En ese tiempo Marof habla de su primer contacto con el abogado Paz, quien vino a su bufete para proponerle una transacción judicial en un pleito entre los empleados del Hotel París y su dueño. Naturalmente, el joven abogado en ese entonces era un “conocedor del medio, un hombre al que no le gusta el barullo, los mítines ni protestas”, para luego convertirse en el líder de traiciones “a sus amigos más íntimos no interesándole otra cosa que lo que está a la vista, lo que puede darle cuantiosas utilidades, trátese de política o de dinero contante”, llena de inquietud por el poder y dominio particular del país, pero Marof es más directo con el “Fiero” Montenegro y el “Chueco” Céspedes.
La rivalidad con Carlos Montenegro es intensa y violenta, disparando adjetivos y críticas mutuas, Marof desde artículos de prensa y Montenegro desde La Calle, periódico de fina crítica hacia el gobierno de turno. El odio fue tan potente que en una soleada tarde de junio de 1943 Marof, agarrado de su pistola después de que Montenegro lo reconociera y le diera un “warakaso”, apunta y dispara al cuerpo de Montenegro, el cual se salva milagrosamente debido a que la bala roza su cráneo. Posteriormente a este hecho infame, los miembros del MNR se dirigen al periódico estatal Batalla, donde desatan su ira y destruyen los tirajes, materiales y lugar, no sin antes agarrarse a golpes con miembros del régimen del entonces presidente General Enrique Peñaranda.
Aquí se inicia la rivalidad política y personal. Marof, acostumbrado a decir el nombre completo de sus rivales, al referirse a Montenegro, lo describe como “un aprovechado y que jamás escribió con desinterés, es decir que nunca puso su pluma al servicio de una causa noble si no es pensando en la dádiva inmediata y en su interés particular, toda su vida hasta su muerte”. Además, menciona, con aguda crítica, la adhesión de Montenegro al partido Razón de Patria (RADEPA) y su adhesión al nazismo “triunfantes en el momento, como estaban en Europa, le darían la mano a él y a ese grupículo nacionalista, que comenzó pateando obreros e imponiéndose por el garrote”. Años más tarde, pasado la bulla eufórica del movimientismo, publica su ensayo “Glosando el libro Nacionalismo y Coloniaje de Carlos Montenegro”, donde disecciona los postulados del autor movimientista, concluyendo a toda la teoría de nación y antinación como un resumen de Montenegro de llamar “nacionalistas a los conservadores terrígenas que odian cualquier innovación, enemigos de los patrones extraños e incrustados en su propia concha (…) Los innovadores, llámense socialistas o de otra tendencia, constituyen la antipatria”.
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