Ramona Escalera y Juan Salvo salvan al mundo
Uno de los fundadores de la RAMONA rinde un personal homenaje a este suplemento cultural, que en este mes de mayo cumple 20 años de vida
Ramona es un laberinto, una biblioteca, álbum fotográfico y un diario de viajes. Es un río escurridizo, ese en el que nos bañamos. Una y otra vez. En su ojo de agua algunos fantasmas nos observan sonrientes. Son muchos, pero desde mi orilla, hoy, reconozco claramente a dos. Los saludo y les hago una reverencia.
Como no podría ser de otra forma, la primera es Ramona Escalera esa mujer misteriosa, enmascarada, cautiva y emancipada, escurridiza, como el río. Es la Dama del Circo, la inspiración y el principio ordenador. La que también puede devastar. “(…) un raro espíritu, con un temple que pocas veces se da”, de ella dijo el señor Oblitas. Ramona suele llegar cargando flores y un pequeño proyector de cine, luciendo un precioso vestido de tafetán color lila oscuro o con su legendario y deslumbrante mantón. Ramona siempre puede sorprender, encandilar, encantar e iluminar. Nos une. Como Felipe, como Jaime, todos la hemos amado tanto. Y cuando la creemos perdida, irremediablemente, algo nos conduce a ella: aguas abajo.
El otro es Juan Salvo, ese que hasta hace poco estuvo escondido del mundo, amado por los que lo conocían, pero tan invisible para los más. Viaja en el tiempo, pero siempre parece ser necesario, siempre es contemporáneo. Es el hombre común, ese que como todo hombre común es capaz de lo extraordinario. Es el rostro del héroe colectivo, de la colaboración, del que resiste a las invasiones y a la locura. Gracias a la necesidad de nuestra época de recuperar a héroes de tiempos pasados, de recuperar a los viejos y grandes relatos, Juan Salvo ha vuelto a ser una leyenda del pueblo. Ha vuelto a ser todos nosotros. Juan está en lo que todos estamos: en el aguante. Estamos resistiendo. Con una máscara/escafandra improvisada, respirando con dificultad, con el arma al hombro, enfrentando a la nieve peligrosa y a todos los “cascarudos” que se nos pongan en frente. Seguimos caminamos. Sorteando el fin del mundo.

Ramona Escalera y Juan Salvo, están ahí frente a nosotros, animándonos. Hace veinte años, cuando esta Ramona que nos cobija comenzaba su andadura, intentó seguir la huella de esos dos venerables fantasmas. Hoy celebramos la capacidad de compartir el asombro, las emociones que nos provocan las manifestaciones culturales y a resistir los embates de los que quieren borrar todo eso por lo que hemos luchado y todo ese que amamos.
Entre tantos otros, Juan y Ramona nos convocaron hace más de 20 años a los editores y redactores habituales a que nos sumemos a sus causas, pero también a los colaboradores que le dieron forma a este proyecto a lo largo de su historia. Nombro y convoco a algunos fundamentales: Vilma Tapia Anaya, Bartolomé Leal, Paola Lambertín, Gonzalo Ordoñez, Andrea y Alejandra Guardia, Benito Martínez, Enrique Rodríguez, Javier Velasco, Víctor Hugo Romero, Rodrigo Mita, Giovanna Rivero, Rodrigo Hasbún, entre tantos y tantos otros. Hoy queremos celebrar al personaje colectivo. Así como agradecer nuevamente a quienes hoy mantienen a este esfuerzo aguantando, caminando, a nuestros Ramona y Juan, a Alba Balderrama y Santiago Espinoza. Que el laberinto nos siga obligando a buscar caminos, que la biblioteca de nuevos y fascinantes libros, que el agua del río nunca deje de ser escurridiza. Que Juan y Ramona sigan salvando al mundo.

