Mamá (no) está en casa; está en llamas
La película 'Mátate, amor', dirigida por Lynne Ramsay y basada en una novela de la argentina Ariana Harwicz, está en cartelera boliviana. La protagonizan Jennifer Lawrence y Robert Pattinson. En Cochabamba aún se exhibe en el Prime Cinemas.
Es un fenómeno literario/cinematográfico. Es un libro intenso (y ahora una película) sobre la depresión post-parto (más habitual de lo que pensamos). Es una visión transgresora de la maternidad (contra los mandatos culturales y los discursos hegemónicos). A su autora (la del libro) la argentina Ariana Harwicz, la han llamado “mala madre” (como a la protagonista de “Una batalla tras otra”).
Es un monólogo/película valiente/audaz sobre el amor y el cuerpo; sobre el sexo/fuego, el deseo y la insatisfacción; sobre la rutina y la familia como opresión patriarcal (ya lo dijo Freud); sobre los mecanismos invisibles del control social y el malestar cotidiano/estructural del capitalismo (ya lo dijo Trotsky); sobre el abandono (y la salud mental en tiempos neo-liberales); sobre la vida misma.
En 2012 Ariana tiene que autoeditarse su novela (ella no se consideraba escritora) pues nadie quería publicarla. Se presta del padre y hace en un sello independiente (llamado Paradiso) un tiraje “boliviano” de 300 ejemplares. La primera edición del libro está repleta de errores de dedo/edición.
Pronto corre la pólvora y “Mátate, amor” se convierte en el secreto mejor guardado de la cultura independiente argentina. En 2017, la editorial Mardulce reedita la obra. Un año después llega la adaptación teatral con la gran Érica Rivas de protagonista. Ese 2018 se traduce al inglés y gana el premio Booker, uno de los más prestigiosos en habla inglesa. Ya lleva 25 traducciones a otros idiomas.
Ahora llega la versión cinematográfica a nuestros cines. Se llama “Die, My Love” bajo la producción de Martin Scorsese que compró los derechos en 2019 junto a la actriz Jennifer Lawrence (ella con Robert Pattinson protagoniza el filme dirigido por una de las voces más poderosas del cine de autor europeo, la escocesa Lynne Ramsay).
“Mátate, amor” compitió en mayo por la Palma de Oro en el Festival de Cannes y fue largamente aplaudida. Tiene una banda sonora particular (como la película) con clásicos del rocanrol, Elvis y baladas oscuras de música country cantadas por Nick Cave.
Es un duelo actoral intenso entre Lawrence (que hace de una escritora en busca de la gran novela americana) y Pattinson acompañados de dos gigantes: Nick Nolte (la escena en el bosque bailando con la protagonista es cine clásico) y una espléndida Sissy Spacek.
Es una experiencia emocional, a ratos es pretenciosamente incómoda y vertiginosa; es cruda y bella, a tiempo completo. Es un descenso a los abismos con múltiples capas/lecturas. Es la historia de una mujer “loca-animal” (y se llama Gracia).
Y cuando amenaza con un final feliz complaciente, termina con un plano/homenaje a “The searchers/Centauros del desierto” de John Ford. Cumplida la tarea, el héroe (en este caso, anti-heroína) se planta en la puerta y se va. Mamá ya no está en casa, mama parte en busca de si misma, en llamas siempre.
Post-scriptum: tiene tres escenas para el recuerdo (amén de la de Nick Nolte). El diálogo de los dos protagonistas viendo las estrellas es filosofía/poesía pura; la (no) charla con la cajera del supermercado es simplemente brutal; y las gotas de leche materna sobre manchas de pintura negra.
Post-scriptum ii: la película -financiada por la plataforma Mubi- se ha presentado en las carteleras comerciales de medio mundo bajo el sello/género de terror. Incluso el afiche es uno típico del género. Los genios de la mercadotecnia engañan al público una vez más. Con semejante estrategia atraen a un público joven, fanático del terror. Eso explica que “Mátate, amor/Die, My Love” haya tenido una considerable cuota de pantalla (y lleve dos semanas en cartelera) a pesar de ser un filme de alto contenido político.
Eso explica también que parte de la audiencia pipoquera del género y los sustos abandone la sala en medio de la proyección y/o jure y perjure no entender nada. Nota mental: la depresión post-parto (sí) es una película de terror.

