Los de ayer siguen estando hoy: recordatorio a la Guerra del Agua
En el año 2000 Cochabamba despierta con rebeldía y lucha por recuperar la dignidad de un derecho esencial humano al cual el poder hegemónico del gobierno lastimosamente democrático de Hugo Banzer Suarez y el vicepresidente Tuto Quiroga, junto al encargado del área de la región sobre el tema, el que en ese momento era el alcalde y que también es hoy; Manfred Reyes Villa. Son los impulsores para detonar una de las pretensiones de abuso más importantes para la dignidad de cualquier colectivo social. El año 2000 por la ambición de negociaciones privadas y lo que implica ese tipo de reuniones, Cochabamba recibe al nuevo siglo con la denominada guerra del agua, en respuesta a la privatización del abastecimiento de agua potable a nivel municipal.
La guerra del agua es la reacción de la ciudadanía de Cochabamba frente a la privatización del abastecimiento de agua potable a nivel municipal. Una vez que el ex dictador (su período de facto de 1972 – 1978) Hugo Banzer Suarez firma impulsado por el Banco Mundial el contrato con “aguas del Tunari”, un consorcio empresarial tutelado por la multinacional “Bechtel”; de las que eran parte, en diferentes grados de porcentaje la empresa norteamericana Edison, las empresas Politropolis s.a., A. Petricevich, SOBOCE S.A. (encabezado por Samuel Doria Medina desde 1987 – 2014), y el consorcio español Abengoa S.A. Se activan una serie de medidas a fines al cumplimiento de la visión del empresariado privado, que tiene por lo general un condimento de desmedro de la realidad social y económica del colectivo social.
Las medidas irresponsables e inconscientes de la cúpula de poder de ese entonces, solamente demarca lo que se sigue viviendo hoy, e irónicamente; con los mismos nombres en la constelación de figuras políticas de decisión del espacio público. En términos casi de ficción el nombre del mismo alcalde, a pesar del antecedente de hace 24 años atrás.
El problema de la violencia de las estructuras de poder no solo se compone desde la represión material de las instituciones a las que se les encarga el bastón, las botas y las balas. El problema central y más profundo está en la articulación de narrativas que permiten crear una re-visión de los sucesos del pasado. Lo que hace que se reinterprete como acciones necesarias lo que se llevó adelante y que cada decisión fue sujeta a la realidad y exigencia de ese tiempo específico; en este caso existe un efecto circunstancial clave, que los que hoy tienen el acceso de llegada y de poder a la construcción de esas narrativas, son los mismos personajes que en ese año 2000 controlaban el ejercicio del poder y hoy se encuentran en la misma situación de control. Mientras tanto el lado que se vio afectado, el lado que se enfrentó y que logró articular una resistencia digna, en muchos sectores de una clase social, hoy son totalmente descalificados, o en su efecto el hecho de conflicto del 2000 termina siendo negado, reducido, pasa a ser una serie de anécdotas con el tono de hora cívica escolar o en el peor de los casos se banaliza los acontecimientos.
La historia que nos contamos, esa base necesaria para la sobrevivencia de la comunidad es lo que alienta el espíritu social de una identidad compartida. Pero toda historia requiere de un narrador y es este el que ejerce las imágenes que perduraran en la creación de una conciencia y una moral adecuada para construir un horizonte mínimo de decisiones y expectativas sociales.
Este año, la iniciativa de la Plataforma Teatral Cochabamba presentó la obra ‘Somos Agua’, con el objetivo de re-contar de alguna manera los atroz de las políticas de los responsables de la gestión gubernamental y lo valiente de una ciudadanía que junto a una Central Obrera Boliviana se animó a impulsar la Coordinadora para la defensa del agua y de la vida, que aglutinaba una serie de instituciones que entendían la peligrosidad de las medidas tomadas desde el decreto 2029; que incluso pretendía abarcar hasta el ahorro de la lluvia.
También en el precioso cortometraje Abuela Grillo (si bien tiene otra visión) se puede rastrear la intensidad del significado de una carencia y privatización del agua. Material valioso es el documental de Carlos Pronzato “Bolivia, la guerra del agua” al que se puede acceder de forma gratuita y libre desde la plataforma youtube, con el detalle de que se encuentra subtitulado en su totalidad al portugués, para ampliar la posibilidad del acceso internacional del inaudito suceso del 2000.
Todos eso esfuerzos del pasado por establecer un levantamiento de datos fuera del cuerpo de control de las narrativas de los personajes que muerden el poder, se ven reducidos por la creación de un contexto esquivo y maliciosamente ruidoso que tiene más aliento a campaña electoral debido a las prontas elecciones presidenciales. Por eso a 24 años de un hito histórico no solo para el departamento, sino también para el país y el continente, y hoy por hoy un tema central en la agenda internacional sobre las políticas de preservación del agua, quedó sin la mínima atención, tanto por parte de la gobernación oficialista (MAS) del departamento de Cochabamba, como también por una obvia situación de haber sido parte directa del patronaje de violencia sobre la ciudadanía el año 2000, la alcaldía quedó más que distraída.
La anecdótica intervención de Gerard Piqué el ex jugador del Barcelona, en un programa juvenil sobre la nada novedosa perspectiva hegemónica de Europa a los países de tercer mundo; y en esa ocasión específicamente Bolivia, cobró más relevancia y centralidad para la agenda comunicacional y cultural de la alcaldía, con invitaciones directas del alcalde que hace 24 años pretendía la privatización del agua y hoy ejerce como un honorable protector de Shakira y María Becerra, invitando piques machos como muestra de rebeldía y dignidad social al espectro de soberanía boliviana y regional. A eso se suma la ruidosa gestión de eventos deportivos y principalmente la fijación de impulso al sector de carreras de vehículos y tuning, como también la reciente fijación del mandatario edil por el cosplay de Fredy Mercury en escenarios masivos.
Lo central para la salud del colectivo social reside en la recuperación de los traumas sociales, para tener una memoria de la dignidad y la fortaleza moral de una sociedad. Así la comunidad colectiva va tener una perspectiva de reconciliación, de valoración y principalmente de conciencia y exigencia a las siguientes generaciones de mandatarios a un comportamiento controlado y en el mejor de los casos digno.
A 24 años de la Guerra del Agua recordemos el nombre de Víctor Hugo Daza, víctima mortal de ese abril de 2000, como también a los cientos de heridos que quedaron marcados por la lucha al derecho digno del acceso al agua.

