La Gaceta de Bolivia y la influencia de Carlos Medinaceli (I)
En los años de la Guerra del Chaco, el escritor sucrense encarnó la cima de la reestructuración intelectual del país, al ser director, ejecutor y creador de una revista
Ante el inminente avance paraguayo por el territorio boliviano, nuestras tropas dependían de pocos éxitos avizorando un estado de desestabilización moral colectiva. Más aún, en varias ciudades del país, los medios de prensa privados poco a poco quedaban clausurados por la censura estatal; sin incluir la alarmante demanda de presos ya sea por deserción o traición a la patria. Esta cadena de sucesos fue creando nuevos espacios para dar a conocer un renovado pensamiento boliviano. Carlos Medinaceli (1898-1949) fue, en aquel momento, la cima de la reestructuración intelectual del país al ser director, ejecutor y creador de la revista gráfica La Gaceta de Bolivia.
Uno de los medios divulgadores más importantes de ese momento sobre la actualidad de la guerra con el Paraguay fue La Semana Gráfica, revista ilustrada, literaria y de actualidad cultural que mostraba el día a día de la sociedad boliviana en plena crisis bélica. Su duración de solamente dos años y medio (octubre de 1932 a mayo de 1934) fue suficiente para anclar el nuevo pensamiento de la sociedad boliviana y continuar con las labores de promover en revistas una nueva dirección del aparato intelectual para edificar la nueva generación boliviana y buscar una solución a nuestro problema de identidad y de territorio.
Si la semilla fue La Semana Gráfica, el árbol del nuevo pensamiento social boliviano fue La Gaceta de Bolivia que, sin retrasos ni interrupciones editoriales, decide continuar las labores de su antecesor para dar rectificación del movimiento literario y cultural del país, buscando forjar nuevos talentos jóvenes para formar una sociedad más comprometida con la integración social, mediante el conocimiento de sus lugares y pueblos alejados de las grandes urbes envueltas solamente en un círculo estrecho de directores de un país diverso y todavía aún por descubrir.
Medinaceli, para ese momento, era un hombre arraigado al comentario bibliográfico nacional. Radicado en La Paz desde 1930, siendo su sede definitiva hasta sus últimos días, logró internarse en el ambiente cultural con más disciplina y análisis. Hábil lector, ingenioso crítico. Su apasionada crítica hacia lecturas bolivianas del pasado hizo de él un obstinado lector dedicado a revalorizar aquellos papeles olvidados entre los más oscuros rincones de la amnesia literaria boliviana.
Llegaba 1934 y la oportunidad para dirigir nuevamente una revista fue aceptada y que, sin distinciones de banderas políticas ni parcialidades caudillistas, dio la más alta veracidad de los sucesos. El primer número saldría el 14 de junio, anunciando su aparición cada sábado. Un espacio de difusión literaria ausente fue llenado de pronto y rápidamente el público fue el elemento sensor del desarrollo del semanario y así poder generar un intercambio informativo entre lector y escritor.
En el primer número, con mucho optimismo, la revista concentra su partida con un “síntoma de acción” contenido en el vitalismo de la juventud que da “duelo definitivo con su pasado”, logrando un “deber de generación” para reformar el pensamiento sobre el porvenir del país pasada la guerra. Medinaceli llama a todos los interesados patriotas a que se unan y fijen la redención del país, creando nuevos proyectos enmarcados en la ruta a realizarse. La revista estaba compuesta de colaboradores de renombre que esbozan un esqueleto indigenista y nacionalista.
En el grupo de escritores están poetas, periodistas, cuentistas, cronistas y todo el referente literario del momento. Poetas como Antonio José de Sainz, Gonzalo Fernández de Córdova y Raúl Jaimes Freyre engalanan las páginas literarias con excelentes versos patrióticos hacia el soldado boliviano y dan visibilidad a la integración del indio a la nación; mientras que Julio Aquiles Mungia, Carlos “Chapaco” Salazar Mostajo y Luis Llanos Aparicio realizan entrevistas, columnas humorísticas y crónicas de la guerra, respectivamente. En otros números se leen los ensayos críticos sobre el porvenir del país y su nueva estructura social, textos como los de Elizardo Pérez, Mauricio Hochschild y José Luis Johnson vaticinan la refundación del país con miras a conocer los problemas sociales de cada región. Así, poco a poco, más seguidores obtenía la revista dirigida por Medinaceli.
Consultor educativo y cultural

