Intelectuales en tiempos de oscuridad
“Uno de los rasgos persistentes en la historia cultural de Bolivia, es el olvido, la indiferencia y el menosprecio con respecto a pensadores que se preocuparon por dejar testimonios incómodos o críticos”
Las sociedades en América Latina han sufrido en el intervalo de una o dos generaciones un cambio no sólo acelerado, sino en algunos casos de manera total. Bolivia no está exenta de estas transformaciones y tuvo varios intentos de modernización en el campo legal, tecnológico, administrativo, político, educativo, urbano, etcétera, pero como han sostenido sociólogos e historiadores inspirados en el sociólogo Max Weber, hubo simplemente una “modernización imitativa” en la esfera pública. Pues, en el campo específico de la cultura, la vida cotidiana, familiar e íntima, la modernidad no significó una ruptura total por la permanencia de herencias socioculturales.
Uno de los rasgos persistentes en la historia cultural de Bolivia, es el olvido, la indiferencia y el menosprecio con respecto a pensadores que se preocuparon por dejar testimonios incómodos o críticos. A decir del escritor Nicolás Acosta, “en Bolivia el olvido, la indiferencia, la ingratitud, el desprecio […] son los lauros con que se recompensa a los que algo han hecho por ella”. La pesimista valoración de Acosta de fines del siglo XIX, no tuvo una significativa variación con el pasar de las décadas. Hoy, en la segunda década del siglo XXI, la indiferencia, el desprecio y el olvido son apelativos todavía persistentes en lo referente a la historia en general y la crónica de las ideas en particular.
Al recorrer la historia política de Bolivia, tan movida y, a momentos tan trágica, ha estado signada por guerras, revueltas, revoluciones, insurrecciones, levantamientos, dictaduras, estos factores motivaron una continua reflexión de parte del sector intelectual. Pero curiosamente, los distintos aportes al campo de las letras no lograron contribuir a un debate político interno y, mucho menos promovieron una discusión crítica sobre la persistencia de los “mitos profundos” en el campo social, político y cultural. En este campo, Bolivia comparte el destino de las naciones pequeñas, problema que debería ser estudiado por los cientistas sociales.
En la actualidad hay un progresivo interés en reconstruir el pasado intelectual del país, la cual es algo positivo para tratar de redescubrir parte de nuestra historia a través de sus pensadores y sus aportes al campo literario, político, social y jurídico. También el campo de las ideas nos ayuda a tener un balance retrospectivo sobre las distintas temáticas abordadas por cada uno de los pensadores, las cuales son indicadores válidos para reflejarnos sus preocupaciones y sus inquietudes. A la vez, el acervo cultural nos da algunas pistas para poder contrastar los problemas actuales y los factores recurrentes como por ejemplo, la carencia de una democracia practicada, la tradición autoritaria, la debilidad estatal, el cuestionado funcionamiento de la justicia, las falencias del sector educativo y salud, son inquietudes recurrentes que fueron planteadas en distintos contextos. Revisando a estos autores olvidados vemos que sus inquietudes son frecuentes en nuestra historia.
Además, una revisión de la crónica de las ideas nos permite advertir los numerosos aportes dentro de la ensayística que pasaron inadvertidas para la historia “oficial” de Bolivia: por esta razón, es que varios autores se encuentran sumergidos “bajo la sombra del olvido”, en donde sus aportes –en muchos casos– son totalmente desconocidos dentro de círculos académicos, universitarios y por la sociedad boliviana en su conjunto. Frente a esta contrariedad, se tiene los escasos aportes al campo de la historia las ideas de los escritores Gabriel René Moreno, Guillermo Francovich, Carlos Medinaceli, Valentín Abecia Baldivieso, Juan Albarracín Millán, Manuel Sarkisyanz, Josep M. Barnadas, Edgar Oblitas Fernández, Salvador Romero Pittari, Mariano Baptista Gumucio, Fernando Molina, Pablo Stefanoni, H.C.F. Mansilla, Marta Irurozqui, Lupe Cajías, entre otros.
Para finalizar, retomamos la reflexión de la filósofa Hannah Arendt en su estudio intitulado los Hombres en tiempos de oscuridad, en la que la autora afirma que aquellos intelectuales que en “su manera de estar presentes en el mundo, de mostrarse a la luz pública, ya sea en sus obras o sus actos. Nos muestran con precisión y sin eufemismos en qué medida estas figuras lucharon, se tambalearon y tropezaron debido a sus circunstancias y su dominio particular, para ser, después de todo y a veces a pesar de ellos, fieles a sí mismos y a sus aspiraciones más profundas”.

