'Fantasía' de Coco González: entre la plenitud y la utopía
“Fantasía” es el nombre (aparentemente) austero con el que el artista chileno Coco González Lohse ha condensado la intención de su exposición, todavía vigente en Nube Galería (Santa Cruz de la Sierra) hasta el 2 de agosto del presente año
El recorrido
Al entrar a la exposición Fantasía, lo primero que salta a la vista son los múltiples puntos negros salpicados en las paredes blancas de la sala; son mayormente círculos, pero también los hay en forma de óvalos. Estos puntos no son simples manchas pintadas, sino que aparentan funcionar como hoyos negros –es decir evocan profundidad–, esto gracias a que a lado de varios de ellos aparecen objetos miniatura colgados de una repisa transparente. Esos objetos, pinturas y mini-esculturas podrían ser souvenirs de viajes anteriores del artista (monolitos, muñecos de luchadores mexicanos, pequeñas cerámicas precolombinas, banderas de países, figuras de animales, casa de pajarito, rocas y otros). La exposición invita a un recorrido en U gracias a los paneles divisorios que utilizaron en la museografía. El sonido envolvente del video del artista invitado Harold Céspedes (“Discos de piedra”) mantiene un cierto tono de misterio durante la vivencia de la muestra.
Es la noche de la inauguración. Me acompaña en el recorrido la artista plástica Gabriela Castedo, ella se da cuenta más rápido de lo que está pasando en esta disposición de puntos negros y objetos. El texto curatorial escrito por Ramón Castillo señala: “las obras en el espacio serán como ventanas o manchas en la pared recolectadas, apropiadas y reelaboradas desde la conciencia o el delirio del autor y los espectadores”. Gabriela me dice que ve aquellos puntos más como agujeros o portales que permiten viajar a través del tiempo, y “de ahí se sacan estos objetos de diferentes dimensiones”. Dos razones la habían alentado para llegar a esta lectura: primero haber visto hace unos días la más reciente película de Spiderman, a través del spider verso, que habla de estas grietas o portales de otros universos; la segunda razón que la reforzó fueron las palabras que estaban escritas sobre el panel pintado de amarillo que divide la sala, colocadas como una serie de ideas-valija: isla, viaje, arcadia, escape, borde, reunir, territorio, irrealidad… (Véase la imagen principal de este texto).
El arte siempre nos empuja a franquear umbrales en cierta manera. Pero en el caso de Fantasía se trata de la esencia misma de la muestra. Para ello, hay que tomar nota de la disposición y de la manera en que el artista ha concebido la función de las paredes expositivas.
Con sencillez, trabajando con lo diminuto y lo portátil, Coco Gonzáles logra en la exposición intervenir las paredes blancas de Nube Galery, la pintura les hace hoyos, las horada sin llegar a agrietarlas. Para quienes vemos que en su mayoría las exposiciones de esta galería tienden a tomar como base la museografía de cubo blanco, nos agrada ver una muestra que ha discutido la blancura de sus paredes.
En torno a la pared y sus usos expositivos se podría ordenar una historia del arte occidental: de la pintura de caballete, pasando por los murales, hasta el graffiti; incluso buena parte de las vanguardias descansan en la manera que han discutido el papel de las paredes. De hecho, las paredes blancas de una sala expositiva bien podrían considerarse la voz de la institución. Pues bien, en Fantasía Coco González las ha perforado, conceptualmente, a favor de una idea: serán estante de portales que trascienden tiempo y espacio. Así, esta no será una exposición de objetos alegóricos de una historia personal, sino más bien un dispositivo que sirve para distanciarse un poco de la realidad, cargado de sentido de viaje y de cruzar fronteras.

Los personajes
Recuerdo aquí cómo conocí al artista Coco González y al curador de la muestra Ramón Castillo. Fue un día que me invitaron a Kiosko Galería para conversar con las residentes y la exposición estaba a días de inaugurarse. Se dio la oportunidad para que la directora de la galería, Raquel Schwartz, me los presentara durante el mismo montaje de la sala. Se leía en sus rostros la imagen de la ilusión. Comentaron que dos maletas habían sido suficientes para traer todo lo que se exponía; se trataba de una muestra itinerante. Lo primero que charlar con ellos me trajo a la mente fue el recuerdo de la novela Historia abreviada de la literatura portátil de Enrique Vila Matas, que Ramón captó en seguida. Coco en cambio no la conocía, él estaba más cercano a ser un personaje de esa novela en la vida real, viviendo su propio relato. Luego descubriría algunas afinidades que este artista chileno guarda con el espíritu portátil que retrata Vila Matas, al leer el blog de nuestro artista: https://cocogonzalezlohse.blogspot.com/, principalmente en sus “Apuntes de viaje” y “Pinturas de bolsillo”.
La experiencia de espectadores
Volví a visitar la muestra varias veces, llevé también a mi hijo adolescente y me comentó que los hoyos negros le hablaban de lo lleno y lo vacío; quedó pensativo con las palabras que aparecían en el muro amarillo, llegando también a la idea de portales, aunque esa palabra no esté ahí literalmente. Nos encontramos con el curador Eduardo Ribera, que estaba fascinado haciendo el recorrido: resaltó el minimalismo, la limpieza y los detalles simbólicos en cada pieza elegida.
Aquí debo retornar a la noche inaugural y las apreciaciones de Gabriela Castedo, ella me abrió otro ángulo de mirada de la muestra. De hecho, aquel día ella misma le comentó esta lectura al curador Ramón Castillo. Ramón encontró esta apreciación muy divertida y perfectamente posible, de hecho, agregó una nueva conexión a aquella sinapsis trayendo a colación las caricaturas animadas de Looney Tunes; se refería a aquellos capítulos en los que el coyote y el correcaminos se inventaban pasadizos, huecos profundos o túneles de tren por el simple hecho de pintar hoyos negros en las superficies. La más pura fantasía de la infancia para quienes nacimos en los 80 o incluso 90.
El concepto de Fantasía en esta muestra es abierto; para Coco González es “un estado de energía, a medio camino entre la plenitud y la utopía”. La exposición evoca un territorio inestable que se expande y se contrae según el lugar y sus habitantes. Tiene la forma de una instalación en su conjunto, y es un poco como una aspiradora, arrastra y se lleva energías, signos, amistades, vivencias, e incluso nuevos objetos de los lugares que recorre, porque su esencia está en seguir moviéndose y mutando por fuerza de ese movimiento. El hecho de que incluyeran al realizador y artista boliviano Harold Céspedes para que sea parte de la muestra con un video acerca de una tradición altiplánica con las piedras, fue un gesto que hablaba del espíritu colaborativo y de reinvención de la muestra misma según el lugar donde se abría al público. (Por cierto, el video de 7 minutos de duración de Céspedes, es de una calidad impecable y ritmo visual hipnótico).
Finalmente, se trata de una exposición que en su título y en el travieso acabado recuerda a un artista muy querido que perdimos a causa del COVID-19 en julio del 2021. En su última entrevista concedida a un medio de comunicación desde el hospital, Roberto Valcárcel había lanzado estas palabras premonitorias: “La fantasía humana y la imaginación curarán esta pandemia”. Refugio y escapatoria, a medio camino entre la plenitud y la utopía.

