El último baile de Saul
A propósito de los dos primeros episodios de la sexta y última temporada de 'Better call Saul', disponible en Netflix
Al punto: “Días de vino y rosas” y “Carrot and Stick”, los dos primeros episodios de la sexta y última temporada de ‘Better Call Saul’, disponibles en Netflix desde el martes 19, no decepcionan. El abogado mamarracho que encarna a Bob Odenkirk no ha perdido la chispa ni las corbatas colorinches de siempre, aunque sí se lo percibe más melancólico. Puede que sea la convalecencia posterior al ataque cardíaco que sufrió el actor al inicio del rodaje de esta temporada. O bien podría ser la conciencia de la proximidad del fin.
Como para contrarrestar la tristeza de Jimmy McGill/Saul Goodman, su compañera sentimental y socia de tropelías (i)legales, Kim Wexler (Rhea Seehorn), razona y actúa con una inclemencia irreductible. No le tiembla la voz ni cuando hace llorar a sus “víctimas”. Parece llamada a robarse el protagonismo del tramo final de la historia que se ambienta en Nuevo México.
Al otro lado de la frontera (el “Viejo México”), un desesperado Nacho Varga (Michael Mando), el narco arrepentido, no tiene margen ni para respirar; mientras Lalo Salamanca (Tony Dalton), el villano que cualquiera quisiera en su familia para ajustar cuentas, planea su vuelta para contraatacar al pollero Gus Fring (Giancarlo Esposito) y sus matones, con Mike Ehrmantraut (Jonathan Banks), el sicario correcto, luchando por conferirle alguna moral a la violencia.
No me atrevo a contar más, acaso por esa autocensura que ha impuesto la era de las “alertas de spoiler”, pero también porque no hay mucho más que “revelar” de una temporada que apenas ha empezado. Si algo no se puede ocultar son las ganas de ver los siguientes capítulos de la serie creada por Vince Gilligan y Peter Gould. Habrá que esperar la correspondiente a cada semana. Entretanto, no parece una mala idea revisitar las temporadas pasadas, en especial la anterior, para no perderse los detalles que asoman en la actual y que bien pueden pasar desapercibidos por el intervalo de visionado entre una y otra.
Es inevitable que el avance de esta temporada final (que se emitirá en dos momentos) provoque una especie de agonía entre los seguidores del tinterillo hiperactivo que, en otro mundo/serie, les salvó tantas veces el culo a Heisenberg y Pinkman (a quienes, nos lo han prometido, volveremos a ver en algún momento). Ha llegado el tan esperado/temido último baile de Saul.

Quiso ser futbolista, estrella de rock, cineasta, pero solo le alcanzó para fracasar como cinéfilo en la soledad de su cuarto. Quiso ser escritor y en el periodismo sigue fracasando de forma impune hasta que alguien criminalice y prohíba el fracaso.
