El continente ingenuo y el origen de Tristán Marof (II)
Al final de su obra, el autor boliviano afirma que los sudamericanos deben despertar de su ingenuidad y manipulación para enfrentar a los poderes gubernamentales
La obra
La primera parte, El Calvario de América, destaca las características del ‘odio a todo lo que signifique verdad’; acusa a la vida española que dejó herencia bastarda en las poblaciones vírgenes del continente, y aún más, importar el militarismo tan adorado por los pueblos.
Atribuye a la literatura de “alcoba” por su romántica vida pasiva y su adicción a los vicios juveniles que van desde el fanatismo religioso hasta la prostitución desvergonzada. Culpa al escritor José Vargas Vila como principal actor de pervertir a las mentes infantiles con su literatura malsana; al guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, por su “comedia de falsedad”, y a un sinfín de “poetas verlenianos” y “pequeños Daríos” por ser causantes de que la América se divierta aun sacrificando su libertad.
En la segunda parte, El Crimen de América, acomoda toda su munición para atacar despiadadamente a la República de Chile, por haber sido el principal usurpador de las costas marítimas de Bolivia, un conflicto que es “detestablemente cómico y de mal gusto hablar de escenas de valor y epopeyas brillantes”; esa misma razón de usurpación ve en el alma chilena que tiene algo de ‘servil, torpe y raro’. Para Marof, los vicios de ambición, egoísmo y apariencias en la población chilena se debe a su ‘pretensión de querer ser un gran pueblo’, anexando ideas, territorios y odios de otras repúblicas. Además, en el capítulo V Literatura nacional chilena, agarra de la solapa a la Intelligentsia chilena y empuja a la pared a sus pensadores por “revestirla de apariencias, de hacer jornaleros vulgares del periodismo”. Empieza por el crítico literario, “fraile extranjero y tonto” Omer Emeth donde el lector “de otro sitio que no sea Chile, se duerme o se desmaya”; continúa con una reseña de la antología Selva Lírica, titulo romántico, confeccionada por Julio Molina Núñez, donde reúne a todos los escritores de su país. Marof, osadamente y sin restricción de ser discreto en sus palabras, disecciona algunos autores como Pedro Domingo Silva, “poeta anarquista de salón, que hace versos terribles”; Daniel de la Vega que llena a sus lectores con “poesía anémica y clorótica”; Armando Donoso, “as del periodismo rastacuero y chauvinista”, continúa con otros autores, siendo indulgente con Gabriela Mistral que “hace versos de singular belleza”. Capítulo destinado a enardecer al país vecino y sus creaciones literarias.
En la tercera parte, La República Obrera en América, realiza la tesis de que todos los obreros, indios e intelectuales se unan para conformar un equipo que llegue a más espacios de difusión. En el caso de Bolivia, enmarca su tesis de nacionalizar las minas, industrializar los elementos agrícolas e inducir en el campesino un apoyo moral, ya que el único “parásito”, según Marof, es el “joven de club, que vive ultrajando el trabajo de los infelices”. Estando en contra del individualismo regional, augura que la única solución para el país es la dotación de tierras fértiles con una misma proporción y una reestructuración pedagógica con énfasis en el aprendizaje de obrar en constante desarrollo comunitario.
En su obra, para fomentar esta ideología, hace una cronología sobre el Imperio Inca y la resistencia aymara durante el período colonial, dando cuenta de que sus métodos de supervivencia en los incas fueron de una estructura comunista y en los aymaras halla vestigios de dicha estructura.
Al final de su obra afirma que los sudamericanos deben despertar de su ingenuidad y manipulación para enfrentar a los poderes gubernamentales. Si bien el objetivo del libro es una acusación general a la mala organización del continente, fustigando a varios personajes por sus ambiciones personales, hace, al mismo tiempo, un momento de reflexión para importar ideas y ver si estas funcionan en tierras sudamericanas, logrando él mismo romper, además, con ciertos escritores del continente por romantizar a sus naciones que aún viven de un caudillaje camuflado en trajes de políticos y dirigentes.
Consultor educativo y cultural

