El Alien de Los Piojos: del afiche al símbolo generacional
Geografía inconclusa: apuntes y reflexiones sobre diseño
En la constelación simbólica del rock argentino, pocos emblemas han logrado una permanencia visual y afectiva tan contundente como el “Alien” de Los Piojos. Concebido por el diseñador gráfico y escenógrafo Silvio Squillari en los albores de los años noventa, el personaje nació como una figura anónima pintada a mano en los primeros afiches de la banda. Su silueta delgada, con extremidades extendidas y una cabeza ovalada que remitía tanto a lo extraterrestre como a lo ritual, parecía convocar una estética primitiva y urbana a la vez. En una época marcada por la transición entre el fanzine y el diseño digital, el Alien se consolidó como una de las primeras formas de iconografía contemporánea que emergieron desde el under porteño hacia el mainstream nacional.
Desde el punto de vista histórico, el surgimiento del Alien no puede desvincularse del contexto en que se consolidó la estética de Los Piojos. A comienzos de los noventa, la banda se movía entre bares y clubes barriales, cuando el rock barrial argentino vivía su auge. El uso de imágenes simples, de fuerte pregnancia visual, con ecos de muralismo y stencil, era un modo de apropiarse de las calles y de los muros, de marcar presencia en un ecosistema competitivo de bandas emergentes. El Alien nació entonces no sólo como un logotipo, sino como un grito de identidad: una forma de decir “esto también es nuestro” en un espacio saturado de referencias heredadas del rock internacional.
Estilísticamente, el Alien se inscribe en una estética que podría llamarse “neo-tribalismo urbano”. Con una morfología cercana a los petroglifos, el personaje remite a figuras arquetípicas y universales, como los geoglifos de Nazca o los ídolos del arte rupestre, pero también a la gráfica del punk y el grafiti. Su diseño minimalista, en blanco y negro, sin tramas ni degradados, le confiere una capacidad de reproducción infinita. Puede ser pintado en una pared, impreso en una remera o tatuado en la piel. Esta ductilidad no es menor: el Alien fue diseñado, conscientemente o no, como un organismo vivo dentro del ecosistema simbólico del rock.
En cuanto al concepto, el Alien representa una alteridad afirmativa. No es el alienígena temido por la ciencia ficción norteamericana, sino una figura amable, casi totémica, que invita a la pertenencia. Es el Otro que se vuelve Nosotros. En muchas entrevistas, fanáticos de Los Piojos relatan que el Alien “los representa”. Esto no es casual: el personaje fue adoptado como emblema por una generación que se sentía excluida de los cánones estéticos de la televisión y la publicidad, pero encontraba en el universo piojoso un espacio de identificación. El Alien era el único “logo” del rock que podía convivir con una bandera de la hinchada, con una remera desteñida, con un cuaderno escolar.
Desde el punto de vista cultural, el Alien se ha convertido en una figura de resistencia simbólica. A diferencia de los logotipos más corporativos de otras bandas de rock, el Alien mantuvo una estética artesanal, no sofisticada, cercana al dibujo infantil o al garabato de aula. Esto lo hizo accesible, replicable, apropiable. En un país donde el acceso a los bienes culturales ha estado históricamente mediado por la desigualdad, la posibilidad de copiar el Alien a mano y hacerlo propio adquiere una dimensión política. No es casual que, al igual que el escudo de La Renga o el “corazoncito” de Callejeros, el Alien haya sido objeto de apropiaciones escolares, murales barriales y banderas de recital.
El Alien también ha mutado en fashion icon. Lejos de ser un mero gráfico de rock, se transformó en elemento de indumentaria urbana. Las remeras con el Alien comenzaron siendo producciones caseras o independientes, pero con el tiempo pasaron a integrar catálogos oficiales y hasta reinterpretaciones de marcas alternativas. El personaje fue serigrafiado, bordado y sublimado en todo tipo de textiles, y su uso trascendió a la propia banda. Incluso tras la separación de Los Piojos en 2009, el Alien siguió circulando como seña de identidad, convirtiéndose en un elemento vintage cargado de nostalgia y autenticidad. En este sentido, su valor como “fashion icon” reside no sólo en su visualidad sino en su carga emocional: vestir al Alien es vestir una memoria, una pertenencia, un relato colectivo.
La historia del Alien de Los Piojos es, entonces, la historia de un diseño que se volvió cultura. Un trazo simple que sobrevivió a la disolución de la banda, que habitó aulas y recitales, que fue bandera y tatuaje, y que hoy circula como un fragmento vivo de la iconografía del rock argentino. En tiempos de sobreproducción visual y algoritmos de tendencia, su persistencia artesanal nos recuerda que el diseño, cuando está cargado de sentido, puede convertirse en geografía afectiva. Y que, como toda geografía, está en constante reescritura.
El autor es comunicador y docente universitario

