Discos Favoritos de 2023 (Internacionales)
Veinticinco álbumes de un año que fragmentó las formas del mañana incluso al intentar un retorno
- Fire-Toolz – I am upset because I see something that is not there
24. McKinley Dixon – Beloved! Paradise! Jazz!?
23. Darius Jones – fLuXkit Vancouver (i̶t̶s suite but sacred)
22. Amaarae – Fountain Baby
21. Ken Carson – A Great Chaos
20. Yo La Tengo – This Stupid World
19. Loraine James – Gentle Confrontation
18. MIKE – Burning Desire
17. Wednesday – Rat Saw God
16. Noname – Sundial
15. Lia Kohl – The Ceiling Reposes
14. Armand Hammer – We buy diabetic test strips
13. DJ Sabrina the Teenage DJ – Destiny
12. KNOWER – KNOWER FOREVER
11. Slauson Malone – EXCELSIOR
10. Fatboi Sharif – Decay
9. Nourished by time – Erotic Probiotic 2
8. Water from your eyes – Everyone’s Crushed
7. JPEGMAFIA & Danny Brown – SCARING THE HOES
6. George Clanton – Ooh Rap I Ya
5. Ruth Anderson & Annea Lockwood – Tête-à-tête
4. Mariam Rezaei – BOWN
3. Galen Tipton – brain scratch
2. leroy – Grave Robbing
1. yeule – softscars
Todo el mundo te ha dicho que no busques tus síntomas en Google cuando te sientas mal. Si es una idea horrenda pensar que ese extraño dolor en la espalda es el antecedente de una enfermedad terminal inminente, porque te lo ha dicho WebMD, imagínate intentar procesar el trauma online. Nat Ćmiel lleva la vida entera haciendo eso (1). De su Singapur natal a Londres, moviéndose con su familia de un extremo a otro del mundo, aprendió a lidiar con la soledad y la depresión buscándose en internet. Allí encontró su lugar, una comunidad, una persona. Un proyecto creativo. Así es que lleva casi una década publicando música como yeule, un alias bien conocido en el underground online y que ha atravesado sonidos ambient, dream pop, electrónica vanguardista y otros experimentos. Con softscars, yeule conquista una cumbre personal y de estilo, inscribiéndose en esa extensa historia del arte (y de la música, y del rock) entendido como conducto de exploración psíquica, de transfiguración personal y catarsis colectiva.
El reciente Glitch Princess (2022) transparentó la clave discursiva de yeule, que softscars perfecciona y amplifica. En ‘Perfect blue’, una de las piezas centrales del disco del año pasado, yeule narra una relación insatisfactoria y estropeada, percatándose que ella no es más que un juguete roto puesto a la voluntad de un chico perturbado. Hasta ahí una canción de despecho como tantas otras. Sin embargo, para hacerlo yeule elige la siguiente metáfora: “The time you left me all alone (…) a broken link, a 404”. No hay en esa imagen una cosa genial, por supuesto, aunque sí nos ofrece una iluminación generacional. Software y softscars suenan parecido por algo. La distorsión vocal que rompe “404” cuando yeule la pronuncia, recordándonos a una máquina con la conexión atorada, completa la declaración. Lo que yeule está intentando hacer son meditaciones entristecidas sobre la crisis existencial del presente, sobre la desesperación que reemplaza al amor en esta época carente de emoción, sobre esa sensación de pesadilla en la que la luz al final del túnel es apenas el brillo de una pantalla.
Con esa meta, en softscars el pop post-industrial e incorpóreo de Glitch Princess se trastoca por un dramatismo grandilocuente propio del rock alternativo que escuchó yeule en su adolescencia. De allí provienen las influencias que ella siempre ha señalado como capitales y que son innegables en toda su obra: My Chemical Romance, Smashing Pumpkins y Grimes. En softscars ha tomado de los primeros la autoficción emo-pop capaz de cabalgar cerca del punk y de lo teatral con idéntica gracia. De Billy Corgan le viene esa postura de genio atormentado por el peso del mundo y la maldición de su brillantez, confirmada por gemas pop incontestables y una intolerable autoindulgencia. De Grimes, el referente más obvio, ha tomado la ansiedad tecnológica y el futurismo en igual medida atolondrado, visionario y refusilado de algún manga o videojuego. El resultado de esta convergencia es un poliedro en el que una máquina sensible nos arrulla, nos utiliza como sujetos de su terapia sentimental, nos acusa y alivia. Quizás un álbum sobre inteligencias artificiales que se quitan el deseo y la pulsión de muerte imaginando óperas glitch-pop.
Lo que distingue a softscars de sus predecesoras en el catálogo de yeule es la proximidad con la forma canción, cierta instrumentación más tradicional y la nitidez del tratamiento vocal. En ‘aphex twin flame’ los elementos más prominentes resultan la voz de yeule y una guitarra acústica. El mimo melódico de ‘sulky baby’ recuerda el pop alternativo de finales del siglo pasado, con pinceladas electrónicas, guitarras tardonoventeras y un diseño sonoro cálido a pesar de alguna extravagancia. También tenemos en ‘dazies’ una actualización de la balada alternativa con imágenes de cielos llenos de agujeros negros, guitarras eléctricas y ángeles metálicos, reavivada para un mundo de TikTok edits donde el hyperpop y el digicore tienen más trazas de nu metal que secuencias programadas para la pista de baile. Son esas las hebras que utiliza yeule para componer un disco como aquellos que ella encontró online hace todos esos años, cuando ella era una más de tantos adolescentes creativos, sensibles y tristes, conectados todos por alguna red social. Es cierto que el horizonte de lo que puede ser un logro mayor en el art pop sigue sin moverse desde hace algún tiempo. Quizás Vespertine, quizás MBDTF, quizás Black Metal, quizás OIL OF EVERY PEARL’S UN-INSIDES… En softscars la aspiración es de índole distinta, al mismo tiempo fantástica e íntima, dejándonos una obra autolacerante y tremendista como solo se puede alcanzar en esa segunda mitad de los veinte, pero que está hecha para hablarle durante muchos años a esos adolescentes perdidos en sus habitaciones en esta o aquella parte del mundo.
(1) yeule se identifica como no binaria y en inglés usa el pronombre “they”. Nos hemos permitido el femenino singular en castellano al considerar elle o la tercera persona del plural insuficientes.

