Crawford vence a Canelo, o la dulce ciencia del boxeo
Una crónica de la reciente pelea en la que el boxeador estadounidense se impuso al mexicano, en un evento celebrado en Nevada, EEUU
Crawford caminaba el ring agazapado en su guardia zurda, de southpaw se dice en inglés, a veces intercalando con la guardia del escudo, en la que se hace resbalar por encima del hombro adelantado los golpes curvos del adversario. Con su mano retrasada protegía el otro flanco de su cabeza, como si estuviera sosteniendo un teléfono. Es la guardia que popularizó Floyd Mayweather. Pero Crawford no basa todo su juego en la defensa, sino que su defensa reposa en gran parte en el ataque y la anticipación.
Canelo Álvarez, el crédito mexicano, más acostumbrado a pelear en ese peso de las 168 libras, acecha a su rival, lo persigue con pasitos pequeños, cobijando malas intenciones de dañarlo con una estocada al hígado o una mano recta con su derecha. Pero Terence Crawford no se deja arrinconar, su juego de pies es diez veces más variado, y el coeficiente intelectual de manejo del ring es muy superior. Crawford le ofrece diferentes perfiles, cambia de nivel, explora ángulos y, mientras tanto, siempre ocupa el espacio que los separa usando su mano adelantada con el jab, tal como si fuera el repiqueteo de una serpiente venenosa.
Expertos como el analista Teddy Atlas han señalado que el constante uso del jab que hizo Crawford fue fundamental en el plan de pelea del norteamericano. Con este golpe siempre mantuvo ocupado mentalmente al Canelo, que nunca cómodo para elaborar su propio ataque. Canelo no es un peleador como Roy Jones Jr, que podía prescindir del jab y basar su ofensiva directamente en golpes de poder, casi saltando hacia el rival. Canelo es mucho más cansino, y hasta previsible, porque necesita dar pasos hacia su rival, acercarlo hacia las cuerdas, y ahí, cuando está parado estático y cubierto, aprovechar de reventarlo con golpes de poder, combinaciones de tres cuatro golpes, incluso atacando a los hombros para molerlos y debilitarlos en los rounds posteriores.
Crawford sabía ya de todo esto, nunca esperó pasivamente que Canelo lo llevara hacia esas situaciones. Decía Bruce Lee en un cortometraje que filmó en los 60´s en Estados Unidos, que el oponente, para golpearte, tiene que avanzar hacia ti, y en ese dar un paso hacia ti, te ofrece una oportunidad de interceptarlo. La idea básica del Jeet Kune Do de Bruce Lee era golpear con su arma más larga, la patada lateral adelantada, al blanco más cercano del oponente, su rótula. Aplicando este conocimiento al boxeo –hay que notar que Terence Crawford es un eximio estudioso del combate, que ha aplicado principios descritos por Bruce Lee en sus libros y videos–. La manera en que Crawford aplica este concepto de la interceptación en el boxeo, consiste en esperar ese paso que el oponente termina de dar hacia adelante para disparar su directo cruzado, con la mano izquierda, desde la guardia zurda. En esos interines, Crawford encontró más de una vez a Canelo de lleno en el rostro, tirándole la cabeza hacia atrás y rompiendo así el ritmo del ataque que empezaba a hilvanar el mexicano.
Para todos aquellos que conozcan un poco del boxeo o del combate en general, fue una performance artística la que ofreció Crawford, una poesía en movimiento. Recordó a grandes exhibiciones en el pasado que han dado otros boxeadores de su linaje, como Sugar Ray Leonard frente a Marvin Hagler, Cassius Clay frente a Liston, quizá Mayweather contra Cotto, y cómo no citar la pelea de Roy Jones con John Ruiz. Pero para una gran pelea se necesitan dos, por ello hay que decir que Canelo también dio una pelea competitiva, en la mayor parte de los rounds, aunque nunca estuvo cerca de ganar el combate.
Crawford no hubiera sido el menos favorito si no fuera por el hecho de que para enfrentar a Canelo, había aceptado dar un salto de dos categorías de peso, prácticamente desde las 147 libras, donde estaba más habituado a pelear. Mientras que Canelo es un boxeador de cuerpo más grueso, ya consolidado en el peso de las 168 libras, acostumbrado a bajar de pesos más altos en los que normalmente camina por las calles. Pero frente al factor de la dureza de su pegada, que era lo que nos hacía mantener una interrogante abierta antes de la pelea, Crawford fue desglosando cada una de sus ventajas: mayor alcance, mayor velocidad, mejor IQ, superior ring generalship, mayor juego de pies, mayor cantidad de variantes tácticas, mayor variedad de golpes y ángulos de ataque, superior sentido de anticipación, etc.
Fue una noche para la eternidad del boxeo, un mensaje interestelar, para deleite de todos aquellos que apreciamos el arte debajo de los golpes y la parte violenta de este deporte. Otra era se abrió con la transmisión de esta pelea multimillonaria para todo el mundo por la plataforma Netflix. Se especulaba que podía ser la pelea más vista de todos los tiempos. Poco importa si lo fue, pues cumplió con ser una de las mejores peleas por el título que se han visto en años. Larga vida para los virtuosos del boxeo como Crawford.

