El arte en el proyecto nacionalista y la creación del Museo Nacional de Arte (II)
En esta segunda y última parte, resulta importante conocer el contexto de la creación de esta institución oficial, tanto para el análisis y valoración de su historia y su desarrollo, como para la reflexión acerca de su presente y futuro en el marco del Estado Plurinacional
En este contexto, además de las iniciativas promovidas por el Estado, cabe señalar la demanda de espacios artísticos por parte de una ciudad que para la década de 1950 se constituye en el principal centro económico político y económico del país. De acuerdo a Villarroel, en esta época se registró, en tanto a lo señalado, una “intensificación del movimiento artístico”, ejemplificado en la realización “casi semanal de una o más exposiciones de arte en espacios como la Sala Municipal, el Hall de la Cancillería y el Club de La Paz”, no solo por parte de la nueva generación de artistas bolivianos formados desde 1926 en la Escuela Nacional de Bellas Artes, y otras instituciones similares creadas en años sucesivos en otras ciudades, sino por parte de artistas academicistas y vanguardistas llegados del extranjero. Sobre este asunto particular, debe mencionarse que desde la década de 1910 la ciudad contaba con pequeños espacios de exposición– habiendo sido una de las primeras la galería de la pintora academicista Eliza Rocha de Ballivián – y que para la década de 1950 estos resultaban pequeños para una ciudad habitada por más de 800 mil personas. Entre estos antecedentes debería contemplarse asimismo que para 1960, Bolivia era uno de los únicos países de la región que no contaba con un Museo Nacional, habiéndose creado mucho antes instituciones de ese tipo en Chile en 1880, en Argentina en 1886 y en Brasil en 1937.
En este ambiente de efervescencia de la actividad artística también deberán señalarse como antecedentes la creación, en 1950, del extinto “Salón Nacional de Bellas Artes” -acaso primer certamen artístico oficial del país- , al cual seguirá, en 1953, el establecimiento del ya mencionado “Salón Municipal de Artes Pedro Domingo Murillo”, vigente todavía, en el cual se consolidarían tempranamente figuras artísticas principales del ámbito nacional como Miguel Alandia Pantoja, María Luisa Pacheco, Enrique Arnal, Alfredo La Placa, entre otros.
Otro aspecto que no puede ignorarse es la confluencia de personalidades avocadas a la tarea de dotar de una mayor institucionalidad a la actividad artística. Entre muchos otros sobresalen Jacobo Libermann, primero desde la alcaldía de La Paz y luego desde la Dirección de Informaciones del gobierno central, instituciones desde donde promovió la publicación de colecciones de literatura y arte (como la colección “Arte y cultura boliviana” de 1962); José Fellmán Velarde, Ministro de Presidencia, Información y Cultura de los gobiernos del MNR quien coadyuvó en las gestiones de recuperación del Palacio Diez de Medina para el funcionamiento del MNA. También fue fundamental el rol que José de Mesa y Teresa Gisbert cumplieron desde 1955 como autores-investigadores, críticos y reseñadores periodísticos, arquitectos, editores, docentes universitarios y gestores culturales. Los pocos nombres mencionados son parte de una larga lista de personalidades inscritas en la una vez conocida como “Generación del Centenario”, cuyos trabajos en múltiples disciplinas y ámbitos marcaron la segunda mitad del siglo XX boliviano.
El resto lo constituye la escueta historia “oficial” del MNA limitada a sus antecedentes en la pinacoteca de pintura virreinal formada por el Banco Central de Bolivia, los trabajos de restauración del Palacio Diez de Medina encargados a los esposos Mesa-Gisbert, y las sucesivas aperturas parciales de la institución producidas durante el primer lustro de la década de 1960 hasta su inauguración oficial efectuada en agosto de 1966 ya en el contexto de los gobiernos militares. Poco se sabe, sin embargo, sobre los primeros años de funcionamiento de la institución o las que fueron sus principales exposiciones y actividades a lo largo de casi 6 décadas de funcionamiento, simplemente por el hecho de que ninguna de las gestiones del MNA ha dedicado sus esfuerzos a indagar sobre este tipo de cuestiones.
Asimismo, el asunto de la conformación de la pinacoteca del Banco Central de Bolivia que constituiría la colección base del repositorio requiere de una revisión documental de mayor rigor a la dada hasta el momento. Según un trabajo biográfico sobre Guzmán de Rojas, realizado por el hijo del artista, esta se habría conformado recién desde 1947 a instancias del pintor potosino, quien habría iniciado sus investigaciones sobre Pérez Holguín y otros pintores de la época virreinal hacia 1937 en Potosí y Sucre con el apoyo del Grupo Gesta Bárbara. De acuerdo a Teresa de Aneiva, a esta colección base se añadirían en la década de 1960 una de pintura boliviana contemporánea y una donación de arte latinoamericano, produciéndose añadiduras posteriores en las décadas sucesivas.
Los antecedentes referidos de creación del MNA corroboran aquella percepción compartida por la historiografía del periodo de 1950 y 1960 como uno de particular importancia en el campo artístico de Bolivia. Véase este con entusiasmo (Villarroel, Mesa-Gisbert) o desdén (Salazar), este ciertamente constituyó la configuración de lo que hoy es inscrito en la categoría de arte boliviano, con hitos que tienen que ver con la recuperación y consolidación de la pintura virreinal, la consagración y mistificación de las figuras del indigenismo previo, el surgimiento de una nueva generación de artistas abstractos y sociales a quienes se les atribuyó el inicio de un arte con identidad propia inspirado en lo indígena y lo telúrico, el surgimiento formal de la crítica y la historia del arte en Bolivia, la creación de certámenes artísticos regionales que perdurarán hasta la fecha y el establecimiento de instituciones oficiales abocadas al resguardo y la promoción de la plástica, siendo la principal de estas el MNA.
En todo caso, queda pendiente la reflexión sobre la conformación de esta noción de “lo boliviano” en el campo artístico durante este periodo, especialmente teniendo en cuenta su filiación a la ideología nacionalista y al horizonte del mestizaje impuesto por las élites. Huelga, asimismo, una evaluación del MNA en sus 60 años de existencia, tanto más ante la crítica situación actual de esta entidad pública.

