River Claure mirando las montañas
El fotógrafo boliviano expone ‘Las cosas que sé sobre las montañas’ en la Galería de Arte del Palacio Portales (Cochabamba) hasta el 1 de diciembre
Enfrentarse a las fotografías del artista boliviano River Claure es como pararse en algún punto del altiplano, cualquiera, y encontrarse con lo que pasiblemente y desde siempre ha estado ahí: la tierra plana, árida y extensa, las casitas con techos de calamina reflejando el tremendo sol de las alturas, paja brava, animales de carga, hombres y mujeres enfrentados a los grandes dioses del altiplano, las montañas.
Su mirada, entre ingenua y seria, nos acerca a cosas harto conocidas y vividas por el espectador como la montaña, la historia de los centros mineros o cosas más universales como ese libro tan popular de la infancia como es El Principito (1943) escrito por el francés Antoine de Saint-Exupéry. Claure nos presenta en su exposición Cosas que sé sobre la montaña estas dos partes: la vista o las variadas vistas a nuestras montañas y el viaje imaginario del Principito hasta la Cordillera de los Andes, nos dice: el Principito sigue viajando y a llegado a este mundo plano y boliviano. Con el personaje de Saint-Exupéry, Claure nos presenta un nuevo mundo imaginario, enriquecido con la iconografía popular del altiplano: trenzas con rosas, ovejas pintadas por los rituales andinos, ponchos de lana y un hermoso niño moreno, nuestro Principito.
De esta manera, River sugiere un viaje hacia la parte profunda del altiplano y cómo, con ese viaje, se instala allí la modernidad cuando un “avión” se estrella en medio de las montañas y el Principito se encuentra con los seres que las habitan. Sergio Valenzuela Escobedo, investigador y curador, en un texto sobre la obra de River Claure durante su participación en la Bienal de Venecia describe cómo, en esta serie fotográfica denominada Warawar Wawa, el escritor Saint-Exupéry, “junto a otros intrépidos pilotos, asumió la responsabilidad de asegurar las rutas aéreas hacia Santiago de Chile, Asunción y Río de Janeiro, así como de abrir nuevas conexiones en Sudamérica. Estas redes permitieron que noticias y mensajes de nuestros seres queridos llegarán más rápido que nunca, cruzando incluso la imponente Cordillera de los Andes. Así desde la llegada del tren hasta las cámaras fotográficas pasando por las arquitecturas metálicas, se desplegó la idea de la modernidad a través de la interconexión y la globalización; unas colonizaron el territorio y otras el alma. El extraño mundo de los adultos ya empezaba a hacerse más pequeño.” Dice Valenzuela: “Aquí, la historia es la de un niño de piel oscura nacido en Cochabamba, quien, lejos de ser víctima o juez, se enfrenta a un entorno hostil: un mundo de víboras. Este personaje es River Claure, un artista boliviano que ha alcanzado reconocimiento internacional al presentar su obra este año en la renombrada Bienal de Venecia.”
La serie de fotografías en exposición dentro del Palacio Portales estuvo en la Bienal de Venecia en la sección Stranieri Ovunque – Foreigners Everywhere (Extranjeros en todas partes) y estuvo acompañada por su seria Mita. “La Bienal de este año se distinguió por centrar su atención en las diásporas globales, con un discurso coherente que, por primera vez, reunió a una amplia diversidad de artistas. Muchos de ellos debutaban en una bienal, abordando temas de activismo en la diáspora y desobediencia de género. La Bienal exploró un abanico interesante, desde lo popular hasta lo académico, pasando por lo folclórico, creando así nuevas categorías. No obstante, en mi opinión —confiesa el curador Valenzuela Escobedo— quedan al margen los contextos locales que originaron muchas de estas obras, historias que siguen siendo desconocidas para el público europeo. Lo esencial es comprender este contexto, ya que las obras de River Claure exhibidas en esta exposición son las mismas que mostró en Italia y que ahora se exponen en Bolivia, gracias al apoyo de la Fundación Patiño, que apoyó la participación de River en Venecia”.

En la exposición de la Galería Portales, River también presenta su visión sobre la montaña, jugando sobre la forma de estas geografías que son consideradas “deidades” en el mundo andino. La palabra “jugar” es muy importante al momento de acercarnos a la obra de River, jugar sobre sus ideas con las formas y los objetos otorga a su propuesta la capacidad de pensar el mundo con más soltura, con una libertad inusitada donde no se impone una idea, sino que deja abierta la posibilidad al espectador de darle su propio sentido.
En su serie de las montañas, la obra de River también se acerca a una narrativa popular que es la que nos cuenta la historia sobre el territorio y la colonización. River reorganiza la idea que tenemos sobre nuestro propio territorio y la posesión de la tierra. Hace un retrato uniendo la tierra a sus habitantes, a los hombres y mujeres, logrando una simbiosis única, que en Bolivia logró su máxima expresión en el cuadro de La virgen del cerro. Para los bolivianos y habitantes del mundo andino las montañas tienen un gran peso simbólico por sus connotaciones de fertilidad y de feminidad.
“Existen evidencias y rastros arqueológicos de santuarios de altura en algunos picos de las montañas andinas, de tumbas, adoratorios o construcciones rituales para la devoción o sacrificio encontrados al pie de algunas montañas, e incluso existen leyendas, algunas de tradición oral, otras narradas en espacios ornamentales de la arquitectura virreinal, y algunas más que se fundieron y entrecruzaron con relatos cristianos impuestos por la colonización hispana”, aclara River. “Me interesa particularmente la interpretación de la montaña sagrada con la idea de madre-tierra, vientre y fertilidad. Esta fue una de las devociones nativas que encontraron los españoles a su llegada a América, y a la que tuvieron que extirpar por considerarla idolatría y herejía. Con la conquista española llegó la devoción a la Virgen María, que compartía con la montaña la idea de mujer-madre-fertilidad. Estas dos ideas, montaña y virgen, se unieron en un sincretismo en el que se sobreponen las leyendas y las formas, y se refuerzan principalmente en el hecho de significar poderes superiores o imágenes milagrosas de devoción y súplica que permitían una conexión con el más allá, con el poder supremo. Es muy conocida la práctica de los conquistadores de levantar santuarios cristianos sobre antiguos espacios sagrados indígenas.” Y esto es lo que circula bajo la obra que expone en Cosas que sé sobre la montaña.
River Claure es un fotógrafo y artista visual boliviano, reconocido por sus retratos meticulosamente construidos, paisajes mágicos y series de docuficción fotográfica.

