Tejiendo (y costurando) la revolución
Geografía inconclusa: apuntes y reflexiones sobre diseño
Surgida como una prenda utilitaria en un contexto invernal, el pasamontañas se destacó inicialmente por su utilización desde mediados del siglo XIX con la guerra que lucharon en Crimea rusos y griegos contra franceses, ingleses y otomanos. Esta pieza protegía el rostro del combatiente, otorgándole un velo de anonimato mientras enfrentaba las inclemencias del clima y el campo de batalla. Con el paso del tiempo su evolución no se limitó al área militar, sino que, se tejió en la trama de la cultura, la protesta y resistencia.
Posteriormente, el pasamontañas experimentó una transformación significativa, especialmente marcada por las operaciones encubiertas durante la Segunda Guerra Mundial. En este periodo, su presencia se volvió más visible, extendiéndose más allá de los campos de batalla para infiltrarse en las sombras de la clandestina resistencia y la contienda urbana. Así, esta prenda dejó de ser exclusivamente un recurso táctico en el frente para convertirse en un símbolo revolucionario, donde la identidad se difuminaba en aras de una causa mayor.
Con el paso del tiempo, la prenda se integró de manera sorprendente en la cultura cinematográfica y televisiva, desempeñando un papel destacado en el contexto de la Guerra Fría. Películas y series se apropiaron de esta pieza como un elemento distintivo de personajes vinculados a operaciones secretas. Un ejemplo notable fue la serie británica “The Avengers”, donde Emma Peel y John Steed utilizaban frecuentemente la prenda como parte esencial de sus atuendos, transmitiendo la idea de un combate anónimo.
La prenda no solo se convirtió en un ícono de la lucha contra enemigos ficticios, sino que también se arraigó en la realidad a través de movimientos guerrilleros urbanos principalmente marxistas en Europa y Sudamérica. En países como Irlanda (IRA), Italia (Brigadas Rojas), Uruguay (Tupamaros) y Alemania (RAF), se adoptó a la prenda como una expresión de anonimato en su lucha contra regímenes opresivos, desigualdades sociales. Fueron ampliamente difundidas en esa época fotografías de combatientes del IRA irlandés utilizando la prenda y empuñando fusiles de asalto, contribuyendo a la masificación de la pieza.
La década de 1990 marcó un punto culminante en la historia de la pieza, especialmente en el contexto del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en México. En los primeros días de 1994, el subcomandante Marcos emergió como líder carismático de esta rebelión, cubriendo su rostro con la prenda y utilizando los medios de comunicación de manera astuta para difundir su mensaje revolucionario. La pieza se convirtió en un símbolo que fusionaba el anonimato con la lucha por la justicia social. La figura de Marcos enmascarado, con un equipo de comunicación “moderno” para la época, una larga pipa y rodeado de un aura de misterio, elevó al pasamontañas a la categoría de símbolo de reivindicación social, trascendiendo su función original.
La cultura contemporánea también ha sido testigo del impacto del pasamontañas. Agrupaciones como Rage Against The Machine incorporaron esta prenda en su estética con el mensaje de protesta y politización que caracterizaron a su música. De igual forma, Pussy Riot, grupo punk feminista ruso, adoptó el pasamontañas (incorporando colores y dejando de lado el tradicional modelo negro) como un distintivo en sus performances, convirtiéndolo en un símbolo de resistencia contra la represión política. La película Spring breakers (2013) se convirtió en un momento imporante para la pieza en su proceso de consolidación como ícono, acercándola a nuevas generaciones. A partir del 2018, la prenda comenzó a ser utilizado como accesorio en la semana de la moda de Nueva York.
De ser una prenda diseñada para proteger del frío invernal en el campo de batalla, ha evolucionado hasta convertirse en un símbolo de protesta y rebeldía. Su presencia en diversos contextos históricos, demuestra su capacidad para adaptarse y adoptar nuevos significados a lo largo del tiempo. El pasamontañas persiste como un recordatorio tangible de que la lucha por la libertad y la justicia puede ocultarse tras un velo de anonimato, pero nunca dejará de ser visible para aquellos que buscan su derecho a vivir en paz.
El autor es comunicador y docente universitario

