
Postura radical de Reinaga sobre la educación para el indio
Un análisis al pensamiento y a la obra La revolución india del escritor e intelectual indígena de origen potosino.
De Fausto Reinaga (1906-1994), el libro intitulado La revolución india publicado en 1970 es, entre sus muchas producciones intelectuales, el más relevante por su contenido y, sobre todo, por su aporte teórico a la ideología indianista, que fue tan exaltado por algunos acólitos del anterior gobierno, no porque condecía con sus principios ideológicos sino por pura demagogia.
El mencionado libro ha sido reeditado en más de 50.000 ejemplares por el Viceministerio de Descolonización para distribuir de manera gratuita a todos los estudiantes de los últimos niveles de las normales y unidades educativas, preferentemente rurales, supuestamente para descolonizar a la sociedad boliviana, como se indica en la página de presentación de la novena edición publicada en 2015.
La revolución india, se ha constituido en un referente para reavivar, en los indígenas y de sus congéneres, el odio racial hacia los “blancos” de descendencia europea. Lo que se menciona fue posible constar en el conflicto social y político que se vivió en el país, antes y después de la renuncia a la presidencia de Juan Evo Morales Ayma.
El odio que destilaba Reinaga, hacia el cholaje blanco-mestizo y a todo lo concerniente a la cultura occidental, también es posible constatar en el acápite destinado a la educación. El nivel primario, secundario y superior, son cuestionados por el autor, porque a través de esas instituciones educativas se estaría atentando al ser y a la cultura misma del indio. Ante esa situación, él muestra su descontento con todo tipo de argucias contra la educación normada por el Código de la Educación Boliviana (1955), asimismo -aunque de manera indirecta- contra el indio letrado.
De acuerdo a Reinaga, la escuela para el escolino indígena no es la institución en la que se facilita la adquisición y el dominio del aprendizaje esencial de la lectura, escritura y aritmética, más bien “para el niño indio es la escuela del odio. Odio a su nombre. Odio a su sangre. Odio a su lenguaje. Odio a su piel. Odio a sus dioses. Odio a sí mismo. En suma: odio a su raza y a su cultura”. Si en algún momento hubo ese tipo de acciones con el afán de despreciar lo indígena, sin duda, ha debido ser un despropósito muy personal de algún profesor, socialmente resentido y de origen indígena.
En otro párrafo señala lo siguiente: “El propósito fundamental, el fin supremo de la ‘Escuela campesina’ es hacer del niño un mestizo europeizado. Un cholo q’ara. Poner en el niño indio, en lugar de su cerebro otro cerebro, significa, hacer de su persona otra persona. Cambiar su cultura vital por otra ajena y artificial, es matar una cultura natural y milenaria y poner en su lugar la cultura del conquistador blanco-europeo”. Lo que menciona en ningún artículo del Código de la Educación Boliviana está explicita. Si alguien concretizaba esa finalidad en el campo educativo, incurría en la ilegalidad. Además, ser boliviano con prototipos ajenos, en los tiempos de Reinaga, no sólo era una tendencia muy arraigada en el cholaje blanco-mestizo, sino también en los propios indígenas: los primeros, querían ser como los franceses o ingleses; en cambio, los segundos pretendían ser como los citadinos. Por lo tanto, el aculturarse o alienarse era común en los diferentes estamentos de la sociedad.
Por otra parte, también alude a la alfabetización, al respecto menciona: “Alfabetizar en castellano es meter la cultura del blanco a la cabeza del indio. Alfabetizar es sustituir el pensamiento indio con el pensamiento occidental; es, en fin, hacer del indio otra persona distinta del indio”. Su postura es clara, está en contra de la alfabetización en idioma castellano porque, de acuerdo a su prejuicio más que por razones científicas, enajenaría al indio; sin embargo, su animadversión al castellano para fines educativos de los nativos peca de falsedad, ya que en el artículo 115 del Código de la Educación Bolivia se afirma que: “La acción alfabetizadora se hará, en las zonas donde predominen las lenguas vernáculas, utilizando el idioma nativo como vehículo para el inmediato aprendizaje del castellano como factor necesario del integración lingüística nacional”.
Como la educación del indio es planificada y concretizada por el cholaje blanco-mestizo de acuerdo a sus intereses y en marcados en los conocimientos occidentales, Reinaga había coadyuvado presentando, a distintos gobiernos, todo los requisitos para un decreto supremo que autorice la fundación de la Universidad Técnica Agraria (UTA), exclusiva para el sector indigena; sin embargo, ese afán no tuvo ningún resultado positivo, ante esa situación concluye: “(…), el cholaje nunca dará una Universidad al indio. Sólo el indio cuando llegue al Poder creará su universidad”. El hecho de querer fundar una universidad especializada sólo en la agricultura para los indígenas, tenía una visión muy limitada, porque no avizora al indio formado en otras áreas de la ciencia.
El anterior gobierno, haciéndose eco de esa afirmación y para codearse con el sector indígena, creó tres universidades indígenas, dizque para descolonizar a Bolivia impartiendo las clases en el idioma nativo y, sobre todo, para revalorizar los saberes, conocimientos y tecnologías practicados por los pueblos y naciones indígenas. En los hechos, esas universidades son una especie de guetos, en las que no se busca superar el problema de las dos Bolivias identificadas por Reinaga, más bien se ahonda; además, la integración de los distintos segmentos de la sociedad boliviana es nula, en la medida en que son de manera exclusiva para los hijos de los indígenas.
En algunos párrafos se contradice; por un lado, afirma que la educación enajena al indio; y por otra, dice que: “El indio que ha cursado la escuela primaria, el indio que ha llegado al bachillerato, el indio que ha alcanzado el ‘doctorado’ de la universidad inclusive, sigue siendo indio”. A pesar de aquello, su posición extremista y repetitiva está en que: “La escuela instituida, creada por el mestizo-blanco para el indio, antes y después de la Reforma Agraria, no es más que un nido de ignorancia. Allá se enseña al indio el odio del alacrán. Allá aprende el indio la profesión de perro-policía para destrozar y devorar a su propia raza”.
En conclusión, por todos los defectos que encuentra a los distintos niveles de la educación boliviana, y por el temor de que el indio letrado sea cruel con sus consanguíneos, parece que su premisa fuese no educar al indio. Y si en algún momento colaboró en la posibilidad de fundar una universidad para los indígenas, la misma sólo era para cuestiones de agricultura. Por lo tanto, el máximo ideólogo de los “indianistas” era limitado en cuando a la educación del indio y muy prejuicioso con los que no son indígenas, así como algunos intelectuales de su época con respecto al indio. Su postura radical sobre la educación para el indio se funda en la oposición total a la cultura occidental que, según él, es reproducida por el cholaje blanco-mestizo.
Educador y egresado de Sociología