No puedo respirar tu racismo
Sobre 13th, documental disponible en Youtube y Netflix que explica las causas estructurales de la discriminación racial en Estados Unidos, lacra que estos días ha despertado protestas en todo el mundo.
Estados Unidos tiene el 5% de la población mundial, pero, a la vez, el 25% de los encarcelados del planeta. Los habitantes negros de ese país llegan al 6.5%, pero en prisiones superan el 40%. Uno de cada tres afroamericanos tiene altas posibilidades de ser apresado, frente a uno de cada 17 blancos. Los datos fueron expuestos ya en 2016 por 13th (Enmienda XIII), documental de Ava DuVernay. Y sirven para entender que las recientes imágenes de un policía asfixiando con su rodilla a George Floyd son apenas parte del paisaje de un país sumido desde su fundación en la peste del racismo.
En efecto, la película, disponible en Youtube y Netflix, aborda el problema desde una visión estructural, pues la “tierra de la libertad” se construyó sobre caudalosos ríos de sangre de primero la colonización y luego del sistema esclavista. La “abolición” de la esclavitud dio lugar a la constitucional “Enmienda XIII”. Su interpretación arbitraria por parte de quienes en los papeles habían podido hasta entonces disponer de vidas derivó en la criminalización abierta por el color de piel. “Criminal” es precisamente la palabra que recorre todo el documental de DuVernay (Selma, 2014).
Uno de sus primeros usos fue en el “clásico” del cine El nacimiento de una nación (D. W. Griffith, 1915), filme celebrado aun por presidentes blancos y que sintetizó el estereotipo del negro como violador y/o delincuente a linchar. Tal cinta entusiasmó en lo posterior a movimientos extremistas como el Ku Klux Klan y la segregación, cuya consecuencia de encarcelamiento masivo de afroamericanos comenzó en el Gobierno republicano de Richard Nixon. Sus correligionarios y colegas Reagan y Bush continuaron ese legado encubierto en luchas contra el narcotráfico y el hampa.
Pero, a no pensar que 13th, nominado al Oscar en su año de estreno, es crítico parcial del sistema de partidos norteamericano. Buen tanto de su metraje se centra en la nefasta determinación del demócrata Bill Clinton para “simplificar” la justicia penal, lo que llevó a que se disparen los encarcelamientos, con los negros y latinos como principales víctimas de un Estado que los concibe como enemigos. Así, el panorama está completo: la esclavitud fue solo tomando otras formas a lo largo de los siglos XX y XXI, sin que ni Obama pueda revertirlo y con un Trump que hace décadas, y exactamente como hoy, repetía una consigna que ha trascendido sus límites: “Ley y orden”, convirtiéndose no solo en expresión ultraconservadora, sino en base de todo un “complejo industrial carcelario”.
De modo convencional, aunque jamás aburrido por el dolor que expone, el documental narra toda esta historia de opresión a partir de múltiples análisis de cientistas sociales, activistas, abogados y autoridades que confluyen en los hitos del problema. Se trata de una obra más que útil para revelar cómo es que la discriminación tiene fuente en los privilegios económicos de castas que se imponen sobre colectividades asfixiadas. “No puedo respirar”, fueron las últimas palabras del negro George Floyd, enterrado el martes en medio de homenajes y las mayores revueltas desde tal vez el asesinato de Martin Luther King. Es que el racismo mata. Vean la cinta para comprobarlo una vez más:
Periodista – Twitter: @SergioDelazerda