
Las mejores series del 2019
Estas son las recomendaciones personales de parte del equipo de la Ramona y de sus colaboradores. Una selección de series que puede que hayas o no hayas visto, pero más vale tomar nota.
Muchas sonaron, muchas gustaron, muchas decepcionaron y muchas terminaron. Ya sea en televisión por cable, servicios de streaming o piratería, pudimos disfrutar de algunos de los títulos más relevantes que brillaron al final de la década.
Poco se habla de las mejores
Ya no es cuestión de canales ni de plataformas, ahora que comienza una nueva década, no podemos dejar en lista de espera ni mucho menos en el olvido a semejante catálogo que nos trajo el 2019. A continuación compartimos algunas menciones:
Deadly Class (SyFy)
Aunque a primera vista parezca una típica serie de drama adolescente como de las que llueven en toneladas actualmente, Deadly Class (SyFy) es una adaptación de una serie de cómics homónima del sello Image que se arriesga a mucho más.
La trama se centra en los 80, justo cuando explotan las contraculturas más radicales en el clímax de la era Reagan. Acá un joven huérfano, sin recursos ni razones para seguir con su vida, encuentra refugio en una clandestina y muy camuflada academia de asesinos en serie, en donde familias de todo el mundo, de todas las razas, clases y culturas envían a sus hijos para que aprendan el arte de matar, y usen estas técnicas para los intereses que más les convengan.
Así es, podría decirse que tenemos a una versión de Harry Potter totalmente trastornada donde sustituimos pociones por veneno, y varitas por navajas; y claro, con una historia influida por los discursos políticos y tendencias culturales de la época.
Mencionar que el producto original (cómic) es una obra maestra que hoy sigue vigente con más de 40 números, pero esta adaptación aparte de ser fiel, me conquistó desde el primer instante por el aroma “punk” que le dio el showrunner.
Canciones y artistas que adoro desde la infancia y que jamás hubiera ni siquiera considerado que aparecieran como parte de una película o serie de televisión. Incluso los mismos artistas reales haciendo algunos cameos. Me jugaron sucio.
No me cabe duda que la serie acabará gustando a una gran mayoría que la vea, pero aunque su recibimiento fue positivo, su impacto no tuvo una extensión relevante y acabó siendo cancelada, buscando durante meses una nueva plataforma para luego ser terminada definitivamente. Aunque por fortuna la historia sigue en los cómics, esta es una lección más de porque los buenos productos deben ser difundidos, no como en este caso, demasiado tarde. Y así como si nada, tenemos una serie de culto más.
Dark (Netflix)
A pesar del incremento absurdo de su competencia, Netflix se mantuvo firme pisando tierra con el regreso a una tremenda segunda temporada de su serie original de Alemania, Dark.
Si me dices “ciencia ficción” o más específicamente, “viajes en el tiempo” a mí ya me compraste, pero resultó que la experiencia de ver esta serie es un trabajito, excelentemente recompensado, pero trabajito al fin. Hace falta aguantar unos cuantos capítulos de confusión para adaptarse y que luego el cerebro explote con las primeras revelaciones y “paradojas” al extremo complacientes.
Esta segunda temporada no fue la excepción, y aunque tuve que disfrutarla con un lápiz y libreta, la disfruté, y en una sola tarde.
La precisión y cautela con la que avanza la trama es tan sutil, sembrando preguntas que parecen imposibles de responder, al punto que uno termina identificándose con la frustración de los personajes, dudando de uno mismo. Un pueblo claustrofóbico que tiene más secretos que habitantes.
Misterio, drama y crimen. Esta temporada de Dark terminó siendo mi producto televisivo favorito del año, y la espera de su última temporada ya va por la mitad.
Legion (FX)
La franquicia de los superhéroes explotó tanto este año con ciertas películas, que pareciera que cualquier cosa que venga en adelante solo podrá ser peor.
Sin embargo la plataforma de FX, con el genio Noah Hawley quien se toma unas vacaciones después de la tercera de Fargo, decide adaptar la historia de un infame y poco reconocido mutante de Marvel Cómics.
Ahora en su última temporada, Legion es un experimento surrealista que basta con su primer capítulo para atraparte. Repleta de humor negro bastante radical, filosofía de bar, terror psicológico, situaciones dramáticas y hasta melodramáticas.
La primera temporada es la más amable y sirve de anzuelo para presentar los personajes y para que te encariñes con ellos. La segunda temporada es experimental, psicodélica, larga y a ratos pesada de ver, pero al final posee uno de los mejores y más tronados giros de argumento que vi no en televisión, más bien en toda mi vida.
Y para concluir, esta tercera temporada que sirve como epílogo es casi injusta lo perfecta que es, para estar emitida por televisión. Un campo de guerra estratégica, risas y lágrimas, y cómo no, viajes en el tiempo.
Con Aubrey Plaza robándose el co-protagonismo y Jean Smart quien también apareció en Watchmen en el reparto, y estelarizada por Dan Stevens, que no duden, es el papel de su vida. Además de muchas sorpresas en el elenco secundario y como cameos improbables en todo su transcurso. Si crees que ya lo viste todo (risas), esta es tu serie.
The Mandalorian (Disney+)
Y aunque todos ya lo están haciendo, me parece injusto irme sin hablar del Mandaloriano.
Siempre vi a Star Wars como un producto más relacionado con La Historia Interminable o con El Señor de los Anillos, que por ejemplo con Star Trek o Flash Gordon. En otras palabras, más que verlo como tal, me parecía más encantador su lado de fantasía que el de ciencia ficción, simplemente porque era ejecutado mejor desde ese punto de vista.
Ahora me pasa lo mismo con esta serie, pues pasó mucho tiempo para que la referencia por excelencia de “Western espacial” deje de ser el animé Cowboy Bebop, y eso ya es decir mucho.
Disney acertó agarrando a los fans por el lado sensible de la nostalgia, creando capítulos antológicos de media hora y personajes que a los pocos segundos se aferran al estilo de entretenimiento que los fans más exigentes adoran.
Pero también acertó en crear un producto original, que pueda ser disfrutado por alguien totalmente ajeno a esta franquicia con más de 40 años de vida.
Es que pocos años atrás creo que nadie hubiera adivinado que veríamos una serie en acción real de Star Wars, cuya trama, efectos y casi cualquier aspecto técnico pueda superar a las tan promocionadas películas. Y al final serás tú quien juzgue, pero sé que es algo en lo que podremos concordar.
Luis Romero
Big Little Lies (HBO)
Con una copa de vino en la mano, vistas del océano y drama (mucho), Big Little Lies (BLL) regresa a HBO después de su aclamada primera temporada. Y con ella, vuelven también a pantalla las reconocidas actrices que son parte de su elenco: Nicole Kidman, Reese Witherspoon, Zoё Kravitz, Shailene Woodley, Laura Dern y, en esta ocasión, Meryl Streep.
Es esta última quien se roba la temporada interpretando a la madre de Perry. Decidida a averiguar más sobre la muerte de su hijo, va entrometiéndose y hurgando en heridas que todavía no terminan de sanar, en especial para Celeste, su ex esposa (Nicole Kidman).
Si bien esta temporada nos deja encantados con la actuación, incluso en el último episodio, este resulta ser el más flojo de todos. No es seguro qué rumbo tomará la serie a partir de este instante, pero quizás sea un error el tratar de alargarla demasiado.
A pesar de los problemas con la final, BLL vuelve a ofrecernos momentos de tensión, intriga y comedia mientras “las cinco de Monterrey” tratan de seguir ocultando el crimen que vimos en la primera temporada. A la vez, Madeline trata de salvar su matrimonio, Renata se enfrenta a la pérdida de su fortuna, Jane a la vida después del trauma, Bonnie a la culpa y a una madre absorbente y Celeste al duelo y las secuelas de un matrimonio abusivo.
Estos temas variados van mezclándose entre ellos, mostrándose en ocasiones con crudeza, pero siempre con una estética limpia y clara que es todo lo contrario a lo que las protagonistas viven. Si aún no han visto la segunda temporada, o la primera, de esta serie, pueden ir a hacerlo, está disponible para streaming en HBO Go.
Peaky Blinders (BBC/Netflix)
Siempre creo que no escucho hablar lo suficiente de Peaky Blinders. Remediemos un poco eso. Inspirada en una pandilla de la vida real, los peaky blinders son una familia de Birmingham que se dedica a las apuestas y al contrabando durante los años 20. En resumen: mucho tabaco, alcohol, peleas, roces con la ley, traumas post guerra y una muy buena banda sonora.
Este año el drama inglés llegó de la mano de la BBC con su quinta temporada. Seguimos pendientes de los negocios y la vida de los Shelby. Presentando a un Thomas (Cillian Murphy) casi reformado e incursionando en la política, aún lidiando con el duelo y que no deja de tramar cómo volcar siempre las cosas a su favor.
El creador de la serie, Steven Knight, nos demuestra que después de cuatro temporadas aún hay mucho que narrar sobre esta familia. No nos aburre, ni se repite. Y nos prueba que sabe escribir un buen final de temporada, con un cliffhanger que nos deja esperando ansiosos el estreno de la próxima. Tal cual como pasó con la primera.
Quizás mi momento favorito de toda la temporada es el cuarto episodio (The Loop). Para muchos precisamente el que parece desentonar con el resto de la serie. Y es que esta vez no estamos en las calles llenas de hollín de Birmingham sino en una fiesta elegante en la mansión de Thomas Shelby. Hay conversaciones sobre política y un ballet presentándose. Tchaikovski de fondo. Las tomas y planos se van mezclando entre las bailarinas y las miradas de tensión de los Shelby, definitivamente uno de los mejores momentos de la temporada. La serie promete, y mientras esperamos por más contenido, se pueden ver las cinco primeras temporadas en Netflix.
Adriana Abrego
Watchmen (HBO)
Luego de 33 años de la publicación de la novela gráfica Watchmen creada por Alan Moore, HBO decidió emprender el proyecto de una versión seriada para, entre otras cosas, mantener el nivel de audiencia y expectativa que había conseguido con Juego de tronos. El objetivo no era fácil, aún si la serie solo consistiera en adaptar cada uno de los 12 tomos en los que se narra Watchmen, no es una historia que domine un público masivo y está lejos de emular estereotipos del género de superhéroes que hoy, tanto en cine como en la televisión, abundan. Por otro lado, la complejidad que planteó Alan Moore en la historia y aprovechando el formato de las viñetas, ha tendido siempre a cuestionar más que complacer, a llevar la historieta a un nivel más reflexivo y artístico. Entonces, aún más difícil suena intentar hacer una especie de diálogo con el comic original, a manera de continuación de la historia, algo así como un intento de prolongación transmedia. Sin embargo, se hizo, y finalmente, el proyecto salió a flote, con un tibio recibimiento del público, apáticos algunos, desconcertados otros. Poco a poco eso fue mejorando sumado a un importante apoyo de la crítica.
La novela gráfica de Alan Moore es ya una obra de culto, como historia, como aporte al mundo de los comics, como producto u objeto artístico, pero, sobre todo, por las reflexiones que de sus personajes surgen, que partiendo de estereotipos y lugares comunes construyen un mundo que puede ser leído en diferentes niveles, la novela apasiona, entretiene y, además, puede ser estudiada, como en efecto se lo hace desde hace mucho tiempo, en el ámbito académico. El primer intento de retomar este universo lo hizo Zack Snyder, al comprimir en una película de más de dos horas y media, 12 capítulos de la historia, y narrarlos en similitud al comic, como es su estilo, literalmente, cuadro a cuadro, con poco a nada de especio a la interpretación.
Damon Lindelof intentó hacer con la serie de HBO algo más parecido a una verdadera adaptación de lenguajes, comic y cine, con esto pudo interpretar y ser consciente de las potencialidades de cada lenguaje, re diseñar, re pensar la historia a partir de su esencia, de su premisa, de su discurso, partir de ahí para pensar lo visual, y no tomar las viñetas como una especie de storyboard. La apuesta, como relatamos antes, fue más allá, y la adaptación se situó 34 años después de los hechos ocurridos en el comic, lo que, por un lado, le dio a Lindelof total libertad para imaginar, pero por otro, le situó en terrero inexplorado, desconocido, y por lo tanto, de futuro incierto.
La serie, desde el primer capítulo exigió al público, almacenar referencias, al comic, y referencias que se iban soltando en este nuevo universo creado, las pistas eran importantes, un nombre, una película, una palabra, un lugar, un objeto, todo debía ser apuntado y tomado en cuenta. Ahí el primer acierto de la serie. Si bien asumimos que vivimos la edad de oro de las series de televisión norteamericanas (y también, en algunos casos, europeas) es también un tiempo de mucha fórmula narrativa, potente dramáticamente, efectiva y llena de sustancia, sin duda, pero que, al ser paradigma, puede ser agotadora e incluso convencional y conservadora. Por eso Twin Peaks será siempre tan importante, por diferente, por arriesgada, por ser consciente de sus propias convencionalidades y revertirlas, Watchmen linda esos caminos. Lindelof intenta crear una historia fragmentada en el tiempo, sincrónica y acrónica paralelamente, secuencial y con grandes elipses, como fue la trama de personajes como Dr. Manhattan y Angela Abar, por ejemplo. Esto, si bien no se acerca a la experimentación, consiguió efectivamente crear una atmosfera nueva, atractiva, en la que uno podía sumergirse, llena de preguntas, como si de un juego se tratase, para atar cabos y entender conexiones. Otro punto a favor de Lindelof, es que él, a diferencia de J.J. Abrams, sí sabe las respuestas, o casi todas las respuestas, a los misterios que su propio guion plantea.
Otro acierto de la serie, y el que me parece más importante, es el de haber entendido el espíritu y trasfondo discursivo de la novela gráfica original, la reflexión altamente política, social y hasta filosófica que se plantea en el enfrentamiento entre Adrian Veidt y Dr. Manhattan, por ejemplo, que se retoma en la serie, y que finalmente desencadena todas las aristas de la trama, es un aspecto clave para el éxito de la trama. Si bien a momentos los personajes parecen desconectados entre ellos o el contexto parece no encajar del todo, especialmente por el tratamiento temporal que se realiza, en general, se logra generar un ambiente distópico interesante, en donde el tema del racismo es bien manejado, usando la historia norteamericana se actualiza y plantea nuevos tópicos. Las implicaciones de la buscada de paz y democracia, se cuestionan como discursos ambiguos y peligrosos, junto a esto la búsqueda del poder y su relación con un cierto mesianismo pedante. La lucidez de Lindelof para tratar estos temas a partir de una ingeniosa historia es el punto más alto. Aquí contribuye muchísimo el casting, especialmente Jeremy Irions como un excelente Ozymandias.
Es posible que factores como un irregular diseño de producción, o algunos puntos flojos en la resolución de personajes secundarios, no terminan de situar a Watchmen en lo más alto de este 2019, sin embargo, vale la pena volver a verla, pues aparecerán cosas nuevas que harán la historia aún más disfrutable, y si además se tiene a mano la historia original de Alan Moore (tomando en cuentas las referencias a novelas que son propias del universo Watchmen) y se busca un poco en las pistas y documentos que HBO dejó en su página oficial, se puede tener un experiencia transmedia notable.
Luis Brun
Mis recomendaciones del 2019
Fue Borges quien implantó la idea de un relato inabarcable. En el Aleph, claro, pero en realidad en toda su obra, está presente la idea de lo circular y lo infinito, lo que puede ser de nuevo escrito y reinventado. Hoy, esa figura borgeana es un hecho narrativo concreto. Pero no en la literatura que cada vez se pone más previsible ni en el cine que cada vez se pone más elemental (salvo este año que hubo al menos cuatro joyitas) sino en la televisión, en los relatos seriados que han cambiado para siempre nuestra manera de percibir la narrativa.
Pongamos por ejemplo la exitosa Breaking Bad. En torno a ella, se encuentra en pleno desarrollo Better Call Saul, centrada en un personaje secundario de la primera que ahora es protagónico. Pero este año también salió El Camino, una película centrada en los inmediatos eventos posteriores al final de la serie con Jesse Pinkman como hilo conductor de la trama. Así, Breaking Bad no acaba nunca, se vuelve infinita pues amplía las posibilidades de volver a ser contada. Este también es el caso de una de mis series favoritas que este año estrenó temporada:
Mayans M. C. (FX)
Desprendida de la tortuosa e hiperrealista, amén de shakespeareana, Sons of Anarchy, Mayans está contando los avatares de otra banda de motoqueros. Las referencias a la ópera prima son infinitas, personajes que ya vimos reaparecen, guiños a los fans con sutilezas como las iniciales de Jax Teller sobre una roca son contínuas y hay el mismo ambiente sórdido y similares conflictos atroces en sus protagonistas. Lejos de hacer una glorificación de los criminales, el creador de ambas -un enigmático y energúmeno Kurt Sutter- explora en la ambiguedad y las contradicciones de personajes complejos, antihéroes escabulléndose de lo más bajo y podrido de la sociedad. El narcotráfico, la frontera Mexicana-Estadounidense, los grupos irregulares, la migración, los gringos y la DEA, hacen el marco contextual que nos provee de exquisitos diálogos, situaciones extremas y sangre a borbotones. Nada que ver con la elegante y superlativa otra serie que estrenó temporada el 2019:
The Crown (Netflix)
Es siempre arriesgado hacer relatos largos ambientados en épocas distantes pero lo que está haciendo Peter Morgan, creador de esta serie, ya raya en lo opulento. The Crown es un relato familiar. Si bien el centro es la reina Isabel II, la riqueza dramática pasa por conocer el interior de la totalidad de la monarquía inglesa a través de algunos de los eventos históricos más destacados del Siglo XX desde los años ’40. En esta nueva temporada (la tercera) ya llegamos a los ’70 y pudimos comprender no sólo el papel de la familia real en tales acontecimientos sino que cada capítulo nos lleva al interior de su profunda opulencia y su vacío, sus angustias y sus decepciones, sus pasiones y sus soledades. De un acabado exquisito, The Crown, es una obra de arte que coloca en el centro del debate la constante paradoja de la condición humana enfrentada ante el poder y la tradición, los poderosos ansiando ser intrascendentes y comunes y llorando por dentro lo que sonríen hacia el mundo. Lo cual me hace pensar en el sentido inverso que tiene esta otra serie magistral:
The Deuce (HBO)
David Simon es el creador de The Wire, serie por demás venturosa y brillante, además de Treme, otra con menos cultores pero igual de magnífica. The Deuce, es su última acometida. Versa el relato sobre el sórdido y espantoso mundo del circuito mafia-bares-prostitución-pornografía del Times Square newyorkino. Habituado a personajes densos, a diálogos escalofriantes, a detalles perversos y a personalidades descarnadas, la obra de Simon es un retrato perfecto de ese mundo en veces violento y en veces sublime que lleva al límite las dudas vitales sobre la bajeza humana pero también sobre sus increibles contradicciones. La serie se acabó este año con una tercera temporada llena de dolorosas muertes y un final épico por su capacidad nostálgica. Sin duda, esta tercera obra maestra consagra a Simon como el tercer gran David de la creación seriada. El primero es Chase con su pionera Sopranos y el segundo es Milch con su épica Deadwood. Y ahí quería llegar:
Deadwood (HBO)
Aunque esta serie no salió este año, a mí me tocó verla recién y ¡vaya grata sorpresa! Un western con todas las de la ley en torno a la fiebre del oro, delincuentes de pacotilla, prostitutas que se redimen, alcohólicos parasitarios, mucho saloon, tiroteos y malos. Malos por todos lados, todos con personalidades fabulosas, llenos de características propias del relato negro, magníficas metáforas de la sociedad industrial y el american dream hecho pedazos. Verdadera joyita discontinuada ya, pero para nuestro consuelo, con una película que salió este 2019 que tendremos que solicitar al dealer de La Cancha o bajar en Torrent. En todo caso, este comentario es tan solo la yapita de lo que los Ramones me pidieron y con gusto ahora se los regalo.
Xavier Jordán A
Carole and Tuesday y Vento Aureo (Netflix/Tokyo MX)
Combo loco 2×1. Decidí recomendar ambas series al mismo tiempo por varios motivos. Para empezar, son algo de lo mejor del año y son experiencias bastante únicas si eso buscas al tratar de ver animación. Carole and Tuesday y Vento Aureo toman mucho de medio ajenos al anime, la primera toma de la ciencia ficción y de los musicales y la segunda del cine italiano y su tragedia. Ambas tienen personajes memorables y un setup fascinante, donde están alejados de la realidad, son conceptos, ideas que te transmiten mensajes que te retumban y no los podrás olvidar. El pedigrí está ahí para ambas, el musical está dirigido por Shinichiro Watanabe (creador de sueño húmedo de los weebs pedorros, también conocido como Cowboy Bebop) y Vento Aureo es la quinta parte de la legendaria saga de Jojo’s Bizarre Adventure.
Tienes personajes, prestigio, musiquita y mafias ¿Qué más necesitas para darles un ojo?
De yapa te digo que estas dos serie son total, clara, concisa y embriagantemente gays y son aún más perfectas por eso. Los tonos homoeróticos son algo que no notarás al principio y al final no podrás ignorar.
Estas dos series son de lo mejor que salió este año en cuanto a animación japonesa. Puedes Ver Carole and Tuesday en Netflix y mejor si pirateas Vento Aureo porque los subtítulos en Crunchyroll son una cagada.
Andrés Velarde
Chernobyl (HBO)
¿A alguien le sonaban los nombres de Craig Mazin y Johan Renck antes de mayo de 2019? ¿A alguien le suenan ahora mismo? Lo cierto es que un guionista gringo de medio de pelo (que escribió Scary Movie 3 y The Hangover II, entre otras “joyas”) y un director sueco de videoclips (Blackstar y Lazarus, de David Bowie) y episodios televisivos (de Breaking Bad y The Walking Dead, por ejemplo) estuvieron detrás del mayor acontecimiento televisivo del año pasado: Chernobyl, producida y exhibida por HBO.
Creada por Mazin y dirigida por Renck, la miniserie de cinco capítulos le puso imágenes y sonidos (y vaya qué sonidos) a una de las catástrofes humanas más perniciosas de la historia contemporánea: el desastre nuclear de 1986 en la planta de Chernobyl, en la antigua Unión Soviética que vivía sus últimos coletazos. Narrado desde el punto de vista de los científicos, políticos, militares, obreros y familiares que enfrentaron el siniestro, el relato toma como base el libro coral Voces de Chernobyl, de la Nobel bielorrusa Svetlana Alexievich, para intentar acercarse a la complejidad de un evento que nunca ha podido desentrañarse por completo en sus causas y consecuencias.
Con una recreación histórica que recupera/reinventa los estertores de la Guerra Fría al otro lado del Telón de Acero, la miniserie se prodiga en una puesta en escena hiperrealista (con imágenes no poco perturbadoras de las víctimas del desastre nuclear) y un diseño sonoro que parece estar regurgitando los bramidos del infierno, dentro de cuyos límites los personajes –encarnados con ejemplar contención por secundarios de lujo devenidos protagonistas totales– revelan una pequeñez física insalvable, que solo se revierte cuando asoma la grandeza moral de esos anónimos héroes y el heroísmo genuino de sus colectividades.
Por si fuera poco, Chernobyl es una ficción histórica que habla con una actualidad inusitada del costo social de las mentiras políticas y del valor emancipador de las verdades incómodas. Una obra imprescindible.
Santiago Espinoza A.
La casa de papel (Netflix)
El elemento sorpresa es la clave fundamental para todo atraco exitoso. De ese elemento carece en principio la tercera temporada de La casa de papel, aunque a retoma rápidamente el vértigo que tanto bien nos hizo en las primeras entregas. La serie española, disponible en Netflix desde julio, cuenta cómo, después de conseguir huir con los 1.000 millones de euros de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, el Profesor recibe una llamada: uno de los miembros de la banda ha sido capturado. “La única manera de rescatarlo, y de proteger el paradero secreto de los demás, es volver a reunirlos a todos para llevar a cabo un nuevo atraco, el atraco más grande jamás pensado”, dice la sinopsis oficial.
Destacan a primera vista dos nuevas incorporaciones, la de Palermo (el argentino Rodrigo de la Serna) y de la agente policial Alicia (la española Najwa Nimri). Derrochando carisma a partir de un excelente guion, el primero es una suerte de nuevo Berlín en la tropa de asaltantes; la segunda cuadra a cabalidad en el arquetipo de la mujer fría y calculadora que pondrá en serios problemas al grupo.
Además del ritmo trepidante en diferentes líneas temporales, La casa de papel conserva aquello por lo que millones nos enamoramos de ella: su demoledora crítica antisistema, con una iconografía por otro lado antifascista, tan urgente en tiempos en los que es necesario entonar Bella ciao con todas las fuerzas.
Maradona en México (Netflix)
Diego Armando Maradona. Su solo nombre despierta las más variadas reacciones, desde la veneración al rechazo profundo. Así sucede con los hombres extraordinarios, que son fuente inagotable de libros, canciones, películas y, cómo no, series. La más reciente sobre el astro argentino es Maradona en México, en rigor una docuserie estrenada en Netflix el pasado noviembre.
Sus siete capítulos cuentan la llegada del gran 10 a Culiacán para dirigir a los Dorados, un equipo de la división B, en el corazón del cártel de Sinaloa. “La salvación está otra vez en sus manos”, reza la sinopsis oficial. Y, en efecto, este nuevo episodio de la vida del futbolista y ahora técnico es, cómo no, una montaña rusa entre el infierno y el cielo, aunque con picos más controlados.
Ello sin embargo no descarta de modo alguno la genuina emotividad que despiertan todos y cada uno de los gestos del argentino al consagrarse a defender los colores del equipo azteca. Lo que cautiva de la producción es su cadencia narrativa, no enfocada en absoluto a solo a machacar sobre los éxitos del personaje, sino, muy especialmente a fijarse en sus derrotas.
Es de ellas que el mejor del mundo extraerá sabias conclusiones de vida que nada tienen que ver con la autoayuda, sino con la verdad de que cada segundo de existencia es un partido a remontar.
Sergio de la Zerda