I will always love you, Priscilla
La nueva película de Sofia Coppola, que echa luces sobre la vida de la esposa de Elvis Presley, está en cartelera local y nacional
Arranca la temporada de premios y es momento de ver todas las películas nominadas que el tiempo y espacio anormal de enero nos permita. 2023 fue el año de las películas extensas, Barbenheimer y, felizmente para quienes nos comprometemos con esta causa, para el cine hecho por mujeres. Sin embargo, en esta ocasión no hablaremos de la exitosa Barbie de Gerwig, sino de la última obra de Sofia Coppola, nominada a los Globos de Oro y recién estrenada en cines, Priscilla.
El filme narra la historia de Priscilla Beaulieu, una adolescente de catorce años quien es invitada a una fiesta en la que conoce y llama la atención del ya consagrado cantante de rock and roll Elvis Presley. A partir de este primer encuentro, Presley busca a la joven y forman una relación, mostrando su crecimiento e idas y venidas a lo largo de los años. Crecimiento en todos los sentidos, pues se ve la transición de la adolescencia a la adultez de Priscilla siendo, no solo acompañada, sino absorbida por su pareja.
Es inevitable ver a Priscilla como la antítesis de Elvis, la biopic de Luhrmann estrenada apenas un año atrás (lo que difícilmente sea casualidad), siendo parte de una de las reivindicaciones más fuertes en la industria del entretenimiento actual: el contar el otro lado de la historia, en este caso, el de las mujeres invisibilizadas. Coppola busca sacar de las sombras y darle protagonismo a quien por décadas no fue más que la mujer del rey del rock. No solo la forma en la que el cantante influyó en su vida, su dinámica de relación o el trasfondo de su divorcio, sino la persona que era antes de conocer a Elvis y en la que se convirtió, la reacción de su familia a una relación con una brecha de diez años de edad y el cómo lidió con la soledad mientras su pareja se encontraba de gira o rodando. Si bien el guion está ampliamente basado en los diarios de la misma Priscilla, la ficción sigue siendo esencial, jugando con la imaginación de quienes alguna vez, en afanes feministas o de simple curiosidad, nos preguntamos: ¿y qué ocurrió con la mujer de la que nadie parece estar hablando?
La soledad es un elemento con el que a Coppola le gusta jugar en su filmografía. La historia de Priscilla, en la perspectiva que se eligió para contar, es la de una mujer sola. En vez de una biopic de una actriz y empresaria empoderada, tenemos la de una mujer ciertamente aburrida, que se pasa los días sola en una casa que le queda enorme, atenta al teléfono por si su esposo se acuerda de ella, y que lee los periódicos para saber si le son infiel. Este aspecto, que a algunos espectadores le puede resultar aburrido (¿quién quiere ver a una mujer haciendo nada?), es genial porque juega con la introspección y el ensimismamiento, más que las acciones contundentes que podemos estar acostumbrados a ver en el cine y las biopics.
Uno de los mayores méritos de la nueva cinta de Coppola, y por lo que se encuentra haciendo presencia en las premiaciones, es la actuación protagónica de Cailee Spaeny. La narración presenta el crecimiento y madurez de Priscilla desde sus catorce años hasta sus casi treinta, y si bien es necesario reconocer al departamento de vestuario y maquillaje por mostrar tan bien el paso de los años en la actriz, ni el mejor CGI sería creíble sin una buena actuación que demuestre esta evolución. Spaeny sabe retratar ese encanto juvenil e inocente que atrapa a Elvis, con brillo en los ojos y palabras suaves y entrecortadas, y también su paso a la adultez y absorción de su identidad por parte de su amante. Los ojos dejan de brillar y se rodean de delineador negro y eterno aburrimiento, las palabras dejan de ser suaves, alguno que otro grito, y poco a poco, con el mismo cuerpo, se va haciendo dueña de la casa. Ver lado a lado a la Priscilla del inicio con la que maneja fuera de la residencia con “I Will Always Love You” de fondo es ver a dos personas radicalmente distintas, como si Spaeny misma hubiera atravesado años de una relación abusiva y ultramediatizada.
Hablar de Sofia Coppola siempre lleva, de una u otra manera, a hablar de cine feminista. Y si el cine feminista todavía genera incomodidad en ciertos públicos, más vale darle espacio en esta reseña. El gesto feminista podría estar en la forma en la que problematiza la diferencia de edad, o en la que desprestigia la figura de Elvis, mostrándolo como un hombre violento y emocionalmente negligente. Sin embargo, quizás, el gesto más importante y esencial es el que recae sobre la misma protagonista, la mujer cuya vida gira en torno a su esposo y que, en su abandono, busca crearse una propia vida y encontrar su lugar. Todo complementado con una fotografía pulcra y esa atención al detalle que tanto caracterizan a la aclamada cineasta. Que Priscilla no falte en tu maratón de películas nominadas de esta temporada y que el cine por, sobre y para mujeres no falte este 2024. Salud.
Alejandra Almaraz