El gran hackeo que sufrimos
Sobre The great hack, documental disponible en Netflix que grafica la manipulación digital en procesos electorales para favorecer a regímenes autoritarios.
Le ha debido suceder: alguna vez usted pensó en comprar algo, luego tomó su celular y, sorpresa, vio un anuncio sobre tal cosa. No es que le leyeron la mente, aunque, tal vez sí. Lo anterior es posible porque, con cada acción suya en redes sociales e internet, se delinea un perfil que servirá para los más diversos fines. Así, regalando sus datos personales, usted pone a disposición de empresas y algoritmos no solo información sobre su situación socieconómica y nivel educativo –como ya sabíamos-, sino hasta de su salud mental y preferencias políticas.
De cómo la era digital interfiere ahora en las democracias del planeta promoviendo autoritarismos es de lo que trata The great hack, documental de los estadounidenses Karim Amer y Jehane Noujaim, disponible en Netflix desde julio pasado. La película se centra en el escándalo desatado por Cambridge Analytica, compañía de marketing político que, vía el uso ilegal de datos de usuarios de Facebook, distorsionó más de una decena de comicios, la elección de Donald Trump y el Brexit, entre los más importantes por su posterior repercusión mundial.
Lo hace contando las historias de tres personajes: David Carroll, profesor estadounidense que inicia una odisea jurídica internacional para que la empresa le devuelva sus datos personales; Brittany Kaiser, especialista en redes sociales que participó en la innovadora campaña de Obama y, como empleada de Cambridge Analytica, en la de Trump; y la periodista inglesa Carole Cadwalladr, la mayor investigadora de la manipulación y, como los otros, una activista para que la protección de la información íntima sea considerada un derecho humano, en garantía del resguardo de las democracias.
La cosa funciona(ba) de este modo: mediante la recolección de datos del comportamiento digital de las personas en redes sociales, la empresa establecía como objetivos a ciudadanos “persuadibles”. Con el propósito final de direccionar el voto, a ellos se bombardeaba a continuación con sitios web, videos y otros mensajes de satanización de oponentes o tendencias. Funcionó en Estados Unidos e Inglaterra, asimismo en una docena de países, como Colombia y la Argentina de Mauricio Macri, por mencionar ejemplos cercanos.
¿Les suena familiar este “nuevo” modo de hacer política vigente en el orbe desde al menos 2009? Hay de hecho muchos paralelismos con lo ocurrido desde antes de octubre en Bolivia, tal como se evidenció hace pocos días en un cine-debate que, con la proyección precisamente de The great hack, fue llevado a cabo por la Coordinadora en Apoyo a los Movimientos Sociales en el cine Astor de Cochabamba, a manera de generar reflexión sobre el golpe de Estado y las próximas elecciones de mayo.
En el documental se observa a clientes “ganadores” de Cambridge Analytica con fuertes discursos religiosos y de odio hasta racial que, dividiendo a sus sociedades y generando movilizaciones juveniles, dan paso a gobiernos ultraderechistas. Basados estos en una comunicación de redes que suele apelar a noticias falsas para descalificar a oponentes, intensifican a su vez la recolección de datos para perfeccionar ataques vía Facebook, Whatsapp y Twitter. Fijémonos, si no, las campañas desplegadas por los equipos de Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho antes y después de los comicios anulados por un supuesto “fraude” que viene siendo desmentido por al menos cuatro estudios internacionales a cargo de prestigiosos expertos.
Por este tipo de nefastas consecuencias (que en Bolivia costaron además el asesinato de 37 personas) es que los informáticos del didáctico y urgente filme advierten que el derecho humano a elegir lucha contra un grave peligro, considerado incluso como un arma militar (en efecto, Cambridge Analytica tuvo sus primeros trabajos asesorando ejércitos). No se puede, pues, concebir sociedades libres cuando la fuente de las decisiones está contaminada por mentiras y extremismos que solo benefician a tan pequeños como corrompidos grupos de poder.
Sin proponérselo, los cineastas nominados al Bafta a Mejor Documental y candidatos en 2013 al Oscar por The Square (sobre la llamada “Primavera Egipcia”) nos ofrecen en realidad una película de terror, una en la que casi todos estamos involucrados como víctimas de un orden de cosas que ha escapado a todo control.
Periodista – Twitter: @SergioDelazerda