
Dentro el cerebro de Bill Gates (y del capital)
Reseña de Inside Bill’s Brain. Decoding Bill Gates, miniserie documental disponible en Netflix.
Hay una frase que de tan repetida hasta es meme: “El producto mejor terminado del capitalismo es el pobre de derecha”. Y es cierta, aunque muy cerca del obrero que vota por los ricos como mejor expresión del sistema están los que más se benefician de este: los multimillonarios. Una casta ínfima pero omnipotente que el coronavirus no ha afectado, sino fortalecido, desnudando la profunda desigualdad del mundo. Por ejemplo, de acuerdo al Institute for Policy Studies, una organización progresista con sede en Washington, los magnates de Estados Unidos aumentaron su riqueza en 282.000 millones de dólares en menos de un mes de pandemia. Entre ellos resalta el fundador de la compañía de comercio electrónico Amazon, Jeff Bezos, quien es 10.000 millones de dólares más afortunado.
Del mismo sector tecnológico y con un caudal similar (se estima que llega a los 106 mil millones de dólares) es William Henry Gates III, mejor conocido como Bill Gates, el fundador de Microsoft y a cuya figura está dedicada Inside Bill’s Brain. Decoding Bill Gates, miniserie documental de Davis Guggenheim disponible desde septiembre en Netflix. Mucho ha dado que hablar en el último mes el informático estadounidense, fuente ya regular de diversas teorías de la conspiración. Cuando el covid-19 comenzó a llegar a occidente, no pocos recordaron su profecía en una conferencia que dictó en 2015: “Si algo ha de matar a más 10 millones de personas probablemente será un virus muy infeccioso, más incluso que una guerra (…). Se ha invertido muy poco en sistemas para detener epidemias y no estamos preparados”.
Y esta misma semana fue noticia por sus recomendaciones de libros, series y películas. Entre los primeros, por ejemplo El marciano de Andy Weir, novela que llegó al cine estelarizada por Matt Damon, y cuya trama, según Gates, tiene similitud con el tratamiento de la actual crisis. Entre las series, sugiere Ozark, drama sobre un esquema de lavado de dinero; y Pandemia, documental que “da una idea del trabajo inspirador que heroicos doctores, investigadores y trabajadores humanitarios están haciendo para evitar lo que todos estamos pasando” (producciones disponibles también en Netflix).
El segundo hombre más rico del planeta es pues una singular estrella pop –con su respectiva aparición de rigor en Los Simpson– que reparte interés en los ámbitos digital, económico y filantrópico, por lo que su intimidad es muy atractiva. De buena parte de ella se ocupa el documental de Guggenheim (productor del éxito Una verdad incómoda sobre el cambio climático). Lo hace en tres capítulos de casi una hora cada uno, cuyo reto es abordar la complejidad de pensamiento del genio informático. Para ello, el cineasta acompañó al personaje a lo largo de varios años, en caminatas y entrevistas. Estas marcan el inicio de la miniserie que funciona a manera de biografía intercalada con las acciones benéficas del protagonista, quien junto a su esposa asumió causas como la lucha contra el polio, ampliar servicios sanitarios u obtener energía nuclear segura.
Lo que se nos revela es el perfil de un hombre/ícono de clase y época. Hijo de cuna privilegiada, el desde pequeño misántropo sabelotodo pocas veces dejaba la lectura en la soledad de su habitación. Supo aprovechar al máximo su educación de élite (su escuela en 1968 fue una de las primeras en tener los primeros prototipos de computadoras), y en su juventud se volcó al emprendimiento tecnológico teniendo a la innovación para afrontar problemas como horizonte. Un calculador adicto al trabajo y al procesamiento de datos que no escatimó recursos para erigir su casi monopolio que cambiaría al orbe durante el siglo XX.
Y, sin embargo, ahí está también el estadounidense promedio que almuerza hamburguesas (mientras discute con sus socios escalofriantes cantidades de dinero), el amante de los perros y el que, vestido sin sofisticación, toma una soda antes de pasear por sus –interminables– jardines. Aunque hay una diferencia no menor: para el común de los seres el mayor miedo es la muerte. Para él, alguien capaz de leer cientos de páginas en cuestión de horas, es algo parecido, pero no igual: “No quiero que mi cerebro deje de funcionar”. Son precisamente los matices los que hacen que el documental fluya bien, con participaciones adicionales muy “humanas” de la esposa, hermana y amigos del informático que de igual modo tratan de desanudar el “caos” de sus ideas.
A contramano, son los silencios los que hacen que Inside Bill’s Brain no sea una obra definitiva. El documental toca de manera muy blanda los líos judiciales del Gates, conocido por estirar los márgenes del capitalismo hasta la paradoja insostenible de que ya no sirve para los competidores. Así, tampoco expone como relevantes los fracasos del multiprocesador de soluciones, algunos incluso en el mismo terreno filantrópico, con otras serias interrogantes sobre sus emprendimientos. Y pese a eso, vale la pena enterarse cómo es que, como en varios otros casos de su clase social, un hombre con conocimiento puede mover los engranajes de la economía y de la historia, al punto de pensarla y predecirla.
Periodista – Twitter: @SergioDelazerda