Del silencio y otras necesidades
Una reflexión sobre los hechos acontecidos durante la crisis social y política que vivió Bolivia en el último mes.
Que paradójico puede llegar a sonar la necesidad de hablar acerca del silencio, pero desde que observe por primera vez el título de la obra de Pablo d`Ors, es algo que me ha dejado en vilo hasta ahora; Biografía del silencio: Breve ensayo sobre meditación es una pequeña obra en la que el autor trata de realizar una reseña acerca de su vida espiritual, de manera especial, de sus momentos de meditación o las “sentadas”, como él prefiere llamarlas.
En una realidad donde lo apremiante es el ruido, donde el inmediatismo y el consumismo son las normas que regulan el estilo de vida, hablar sobre el silencio y la meditación parecieran ser obra del próximo ocupante de una de las tantas camillas de los psiquiátricos más cercanos, pero aunque suene ilógico, en mi opinión, es la única solución para alcanzar la resiliencia que tanto estamos necesitando ante el paroxismo de violencia que hemos vivido en los últimos días.
La necesidad del silencio no solamente implica una ausencia de ruido, sino también la puesta en escena de una meditación profunda. Esta meditación no debe ser comprendida como una experiencia trascendente que nos lleve hacia una dimensión distinta donde nos encontremos con una deidad, ni tampoco con la pretensión de un nirvana sui generis; sino más bien como el análisis profundo y objetivo de la realidad, que nos permita observar la totalidad de situaciones que tienen injerencia, para así poder conducirnos racionalmente y no dejarnos llevar por una hormonalidad recalcitrante, es momento de volver, en palabras de San Agustín, al hombre interior, hacia el intimo mío, lugar en el que habita la verdad.
La violencia estructurada manifestada durante estos días no puede pasar desapercibida, haber tomado partido por cualquiera de los bandos, minimizando el daño que se le producía al contrario, debe de ser cuestionante para todos nosotros, pues nos hemos dado cuenta de que hasta ahora no hemos podido encontrar un imaginario común acerca de lo que significa ser boliviano, cuan profético resulto ser Jaime Sáenz.
Hemos fragmentado de tal manera la existencia, que no nos hemos dado cuenta que presente, pasado y futuro, no son más que tres estados de un solo tiempo; no podemos construir un futuro sin que esté sostenido por el pasado, no podemos caer en este eterno retorno de repetir un sinfín de veces los mismos errores, no podemos seguir construyendo nuestro país bajo caudillismos.
Todo lo acaecido nos ha servido para darnos cuenta que necesitamos, con suma urgencia, una reforma educativa que tenga una perspectiva de formación integral, en el que la formación democrática sea la transversal que la guíe. Sólo de esta manera tendremos conciencia de lo que realmente significa tamaña palabra, y no estaremos utilizando de manera soez las palabras dictadura, libertad, exiliado, etc., pues este último tiempo han perdido su verdadero significado, y junto a él se ha tratado de borrar de la memoria el sufrimiento de aquellos que con sus propias vidas tuvieron que experimentarla en otro momento. Prueba de ello ha sido escuchar la palabra democracia de los labios de aquel Ministro de Defensa que provoco una masacre en octubre de algunos años atrás, y que por cierto también se auto declara exiliado y perseguido político.
Otra de las necesidades fehacientes es la necesidad de una modificación en la ley de comunicación, pues a título de libertad de prensa se han cometido atrocidades en estos días; la desinformación, la parcialidad y la poca profesionalidad de aquellos encargados de transmitir la verdad han apoyado las acciones reaccionarias propias del instinto animal que llevamos.
No podemos dejar que todo esto se nos salga de las manos, necesitamos hacer un pequeño alto, meditar y tratar de reconducir nuestra existencia. Elevemos nuestra copa junto al maestro Nicanor Parra pues “En resumidas cuentas / Sólo nos va quedando el mañana: / Yo levanto mi copa / Por ese día que no llega nunca/ Pero que es lo único/ De lo que realmente disponemos”.
Autor/a: Andre Fernando Márquez Valdivia
Filósofo