Cosas que limpiar
Maid, nombrada ‘Las cosas por limpiar en español’, logra desarrollar un personaje femenino sólido, lleno de fuerza expresiva y conmovedor. La miniserie se encuentra disponible en Netflix
Un hombre duerme pesadamente, su respiración agitada nos acompaña a recorrer partes de una casa rodante. Alex, una mujer joven, de unos 25 años, está recostada al lado de ese hombre, nos damos cuenta fácilmente que es su pareja. Quieta, parece hipnotizada por los ronquidos, aunque está sumamente concentrada, lista a escapar. Como si de una prisión se tratara, toma a su pequeña hija – rápidamente, pero con sigilo – y escapa finalmente. Así empieza Maid, miniserie de la plataforma Netflix, traducida al español como Las cosas que limpiar. De promoción discreta, fue ganando popularidad a medida que era descubierta por el público, a la sombra de fenómenos masivos como El juego del calamar, por ejemplo. Sin embargo, Maid no es un bicho raro en el mundo indie del streaming, aborda temas bastante contemporáneos como la violencia intrafamiliar, las secuelas psicológicas de este comportamiento, el machismo y la desequilibrada relación de poder entre hombres y mujeres, además de otros tópicos, también en boga, como la feminidad, la relación materno filial y la marginalidad, de hecho, al igual que Gambito de Dama (2020), éxito de esta plataforma, Maid logra desarrollar un personaje femenino sólido, lleno de fuerza expresiva y conmovedor. Más allá de estos caminos que se sienten recorridos muchas veces, los aciertos de Maid radican en cómo se ha manejado el tono general de la historia y combinado dramáticamente estos temas.
Se dice que historias hay unas cuentas, pero la forma de contarlas es infinita. Y este parece ser el caso de Maid. En el camino nos toparemos con muchos recursos trillados de las series actualmente, los flashbacks evocativos, las secuencias tipo videoclip o las ensoñaciones. Sin embargo, esa especie de coqueteo intencional con el melodrama, es un barniz que en la mayoría de los casos armoniza excepcionalmente con las otras escenas, esas que potencian más la historia, no por ser las secuencias “serias”, sino por lograr transmitir en su crudeza una emocionalidad liberada de compasión y condescendencia hacia los personajes, especialmente en los 3 primeros capítulos, en donde se plantean todos los escenarios y personajes que se desarrollarán a lo largo de toda la miniserie, mucho de esto también es mérito de la protagonista, Margaret Qualley, conocida, entre otros personajes, por interpretar a Pussycat en la más reciente película de Tarantino, Érase una vez en Hollywood (2019)
Si hay una cualidad en el o la guionista de series narrativas, es la capacidad para equilibrar la intensidad (ritmo y tensión dramática) de los personajes, a través de horas y horas, esto no necesariamente tiene que ver con darles el mismo tiempo en pantalla, sino crear situaciones creíbles y de potencia cinematográfica para poder entenderlos y acompañarlos. En Maid, Alex es la protagonista absoluta, pero los personajes que la circundan son igual de interesantes y bien trabajados.
Una de las grandes promesas de la serie es redescubrir a Andie MacDowell, madre de Qualley en la serie y fuera de ella. La química entre ambas es notable, y el personaje que trabaja MacDowell aún mejor, con muchos detalles y matices (interesante contraste con Qualley, que tiene unos registros más contenidos) sólido y entrañable, va poco a poco ganando importancia, para tener las mejores secuencias en los episodios finales.
Maid está inspirada en el libro Maid: Hard Work, Low Pay and a Mother’s Will to Survive, de Stephanie Land, quien también está involucrada en la serie que precedió a su libro. Pese a que la mayoría de los hechos se ficcionan, tienen una solidez, coherencia y realismo, que son imprescindibles para que este tipo de historias funcionen. El realismo en Maid, no pasa por mostrarnos la violencia, sino por sugerirla en situaciones en donde uno no se la espera y a momentos esa realidad es una bofetada que incomoda, nos conecta con algún momento de nuestras vidas, aunque veamos a una mujer hundirse en el interminable abismo de su sofá que se transforma violentamente en una especie de caverna. Al final, ver cómo ella sale de ese hueco, teniendo una especie “superpoder”, que es el de limpiar casas, y al mismo tiempo, su vida y su mente – seas hombre, mujer u otra identidad de género – inspira.