Canción de los cinco elegidos
Sobre La red Avispa, película del director francés Olivier Assayas, estrenada en Netflix.
Cuba, la que ahora mismo sigue dando lecciones de solidaridad al mundo enviando a sus médicos, la “pobre” a la que la pandemia ha revelado como ejemplo de salud y justicia social por su, en relación a todos los países de América, escasas cifras de contagiados y fallecidos por el virus, es el primer escenario de la historia que cuenta La red Avispa, película del director francés Olivier Assayas estrenada recientemente en Netflix. El otro es Estados Unidos, Miami en específico, segunda patria de una disidencia que no pocas veces intentó eliminar a los gobernantes socialistas, con el apoyo de la potencia más grande del mundo, a apenas 90 millas de La Habana.
Un episodio de esta sempiterna lucha entre David y Goliat se ve reflejado en la cinta estelarizada por Penélope Cruz, Édgar Ramírez, Wagner Moura y Gael García Bernal. A inicios de los 90, cuando el país de Fidel Castro se vio huérfano del respaldo de la caída Unión Soviética, sus enemigos promovieron la migración masiva al norte, así como atentados terroristas de diversa índole. Para prevenirlos, el Gobierno armó una red de espionaje nada menos que en suelo estadounidense, con el concurso de agentes que, simulando ser desertores, dejaron atrás sus vidas en la isla para iniciar otras infiltrando las organizaciones disidentes.
La audacia, efectiva en tanto salvó muchas vidas aun de turistas que visitaban la isla y que eran blanco de acciones para derrumbar el turismo y por ende la economía, tuvo un complejo entramado familiar, político y militar, y fue duramente castigada por Estados Unidos con condenas incluso a cadenas perpetuas para quienes no hacían otra cosa que evitarla violencia de acusados de crímenes como Luis Posada Carriles. La red Avispa ofrece la perspectiva íntima de las operaciones, refiriéndose también, por supuesto, a las limitaciones materiales que atravesó Cuba durante el “periodo especial” en el que el embargo económico, pensaron sus impulsores, iba a acabar con la administración castrista y el sistema social que impera desde 1959.
Lo hace con un magistral desempeño actoral, en el que por ejemplo la española Cruz y el brasileño Moura bien pasan por los más caribeños, tal como al mexicano García Bernal nadie podría negarle su “nacimiento” puertorriqueño. La estructura temporal contribuye además a lograr un thriller altamente entretenido y en muchos momentos más que emotivo por, de igual modo, la certeza de lo que se está narrando es veraz. El relato de Assayas (Personal Shopper, Carlos), basado en un libro que igualmente podría haber titulado el filme: Los últimos soldados de la Guerra Fría, es épico en tanto señala un tiempo que parece ido, uno en el que funcionarios eran capaces de anteponer el servicio a su país y a una causa incluso por encima de su libertad.
Tal vez por eso mismo, la película sufre una hostil campaña de boicot del anticastrismo, que solo ha hecho que aumente el interés. Y es que mucho merece ser vista la ficción inspirada en Antonio Guerrero Rodríguez, Fernando González Llort, Gerardo Hernández Nordelo, Ramón Labañino Salazar y René González Sehwerert, elegidos para vivir aquello que cantaba su compatriota Silvio Rodríguez: “Y comprendió que la guerra/ era la paz del futuro./ Lo más terrible se aprende enseguida/ y lo hermoso nos cuesta la vida”.
Periodista – Twitter: @SergioDelazerda